CUANDO Fernando Schwartz llegó al plató de Late Motiv se produjo una curiosa mixtura. Nunca los ecos de Lo + plus sonaron tanto como en esta ocasión. Y es que eran los mismos platós, los mismos muros, los mismos focos y las mismas cuatro paredes las que arroparon aquel formato de ensueño durante más de una década.

"Se echa de menos", musitó Buenafuente en una de sus apostillas al invitado. Y no lo decía como gesto de cortesía. Se echa de menos. Lo + plus no tuvo relevo en las televisiones privadas y, por desgracia, tampoco la pública supo coger el guante de un formato tan sofisticado. Que veinte años después estemos fichando a Cárdenas para un espacio diario de entretenimiento nos habla bien a las claras de lo perdidos que andamos.Ver y escuchar, en 2016, cómo se desenvolvió Fernando Schwartz en el plató de Tres Cantos fue muy aleccionador. Educado, amable, cordial, inteligentísimo, bon vivant como pocos, sólo apetecía que alguien convenciese a este hombre para emprender otra aventura televisiva. Aunque nada parece más lejos de esta premisa. Le preguntó Andreu si veía tele. "¿Tele? Pero si la enciendes y te puede salir la princesa del pueblo...". No dijo más. Buenafuente lo captó al momento.Basta recordar el listado de algunos de los invitados recientes de Late Motiv, como Leo Bassi, Fernando Arrabal, Jorge Valdano, o el atleta revelación español Bruno Hortelano para comprobar cómo la nómina hubiese encajado perfectamente en una versión renovada de Lo + plus. Que tal vez sea Late Motiv puesto que no existe ningún otro contenedor con el que compararlo. Televisión de pago al fin y a la postre. Como al principio del principio. Como en los albores del viaje de Canal + a #0. Es lo que hay.

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