AMANECE otro lunes ayuno de propuestas tras el carrusel mediático de cada fin de semana en el que los partidos políticos se lanzan en plancha al tobillo del antagonista. Horas antes de que Torrijos, Zoido y Espadas se den la mano para hablar de sus incursiones en las redes sociales, donde hasta el momento hay más raciones de propaganda y ataques que de iniciativas de democracia participativa, propongo que tomemos nota de un bombardeo ciudadano que tiene lugar en Buenos Aires y se articula por Twitter: Plantación de semillas en los descampados de la enorme metrópoli argentina para recuperar esos espacios baldíos y degradados.

Los buonaerenses que se han adherido a la propuesta del grupo Articultores se despliegan miércoles y sábados para diseminar lo que denominan bombas de semillas. Secundan el método de reforestación ideado por el microbiólogo japonés Masanobu Fukuoka, que consiste en envolver las semillas con una mezcla de tierra y arcilla en polvo. Las semillas quedan protegidas de los animales y de las inclemencias meteorológicas. La probabilidad de germinación de las plantas es un 20% superior respecto a los sistemas de siembra directa.

Allá esas bombas de semillas están lanzadas sobre todo para multiplicar las plantas de las que recolectar alimentos. Acá esa finalidad se organiza mediante la reimplantación de la cultura del huerto dentro de los espacios urbanos . Quizá entre nosotros convendría dar otro paso al frente para que muchos descampados se convirtieran en jardines autogestionados por vecinos que se comprometieran a reverdecer un entorno del que son los primeros interesados en dignificarlo, revalorizarlo y llevarlo a ser motivo de admiración ajena. Sean verduras o pinares en Los Bermejales o en Pino Montano, es una movida para ponerla en marcha con la excusa de que 2011 es el Año Europeo del Voluntariado. El espacio público es una de las reconquistas inaplazables.