La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

El Señor en su túnica de gozo

Sólo Ojeda podía fundir en una túnica los villancicos del Niño Gloria, Manuel Torre y la Niña de los Peines con Bach

En sevillano, 24 de diciembre se dice Señor vestido con su túnica persa. Cuna y cruz. Natividad, pasión, muerte y resurrección son en Él una misma cosa: la manifestación del Gran Poder de Dios. Tan poderoso en su indefensión de la cuna como en su indefensión de la cruz; en el misterio gozoso de su nacimiento como en el doloroso de su muerte y el glorioso de su resurrección. Siempre Él, solo Él, el que era, el que es y el que ha de venir. Por eso, con su habitual sabiduría, Juan Manuel bordó en su túnica epifánica el alfa y la omega: Él es el principio y fin de todo. Más aún: Él lo es todo, único camino por el que transitar, única verdad en la que creer y única vida que merece la pena vivirse. Queden los cardos y las coronas de espinas para otras fechas y el severo morado para la Cuaresma. Es Navidad y esta, en Sevilla, es el Señor en el gozo de su túnica persa.

Cuando lo veo con ella, tan solemnemente triunfal como si los hilos de oro fueran la trompetería de la Cantata de Navidad de Bach y tan graciosamente popular con sus adornos de coronas de Reyes Magos con aire de confitería, imagino a las mujeres bordándola en el taller de Juan Manuel mientras les llegaban los ecos de los villancicos -zambomba, alpargata, botella de aguardiente, guitarra, pandero, triángulo- que se cantaban por las calles del barrio. Solo Ojeda, por su genio y por vivir en aquella Sevilla, podía fundir en una túnica la Cantata de Bach con los villancicos del Niño Gloria, Manuel Torre y la Niña de los Peines. Sólo Ojeda podía convertir el ornamento en exégesis que completa el sentido de la imagen sagrada. Son sus túnicas, palios y mantos púlpitos y tornavoces bordados que permiten oír mejor las palabras de Dios esculpidas que son nuestras imágenes.

¡El Gran Poder revestido por el esplendor solemne y popular de su túnica persa! Tan poderoso y tan humilde; tan fuerte y tan vencido; tan severo y tan tierno; tan majestuoso y tan próximo; tan hombre y tan Dios. Este es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios que le dijo a Pablo: "Te basta mi gracia, la fuerza se realiza en la debilidad". Desde hoy suena Manuel Torre en San Lorenzo: "Si supieran la entrada que tuvo el rey de los cielos en Jerusalén; que no quiso coche ni calesa, sino un jumentito que alquilao fue; quiso demostrar, que tan sólo las puertas del cielo divinas las abre la santa humildad". Feliz Nochebuena sevillana.

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