HAY orden del enterrar el caso Gürtel y a esta hora en que escribo es fácil escuchar (basta con orientar bien el oído) a miles de afanosos sepultureros echando paletadas sobre la podredumbre esparcida por Correa y que ha salpicado las solapas impolutas de amigos y amiguitos. Se oye caer la tierra encima de la suciedad y luego el golpe de las palas nivelando el suelo hasta dejarlo llano, como si nada hubiera pasado. Ahora ha sido el propio Francisco Correa quien se ha unido a Falange y al sindicato franquista Manos Limpias en el trabajo sucio de denunciar al juez Baltasar Garzón y quitarlo de en medio con la aquiescencia de un puñado de enemigos. Correa, Falange y Manos limpias, qué trío. No lo mejora ni el tal Cobra. Hay que desactivar la investigación de Gürtel. Primero, echando por delante la acusación por investigar al franquismo y una vez lograda la unidad de los sectores reaccionarios y el clima de resentimiento imprescindible poner en marcha la segunda y definitiva denuncia, la del caso Gürtel para que, confundida en el aborrecimiento general, crezca en un caldo de cultivo propicio. Así, eliminado Garzón y neutralizado Gürtel el camino estará expedito para el paseo triunfal. De momento queda la libertad de poder contarlo, aunque se corre riesgos. En Valencia, sin ir más lejos, ha sido desmontada una exposición con fotos de los implicados. Vade retro.