Mercedes de pablos

Directora del Centro de Estudios Andaluces

Sevilla-Essaouira, pareja de paz

Estamos hablando de judíos, musulmanes y cristianos. Y Sevilla como ancla

Cuántas veces habremos paseado por la Cartuja y nos hemos detenido un instante en el imponente Pabellón de Marruecos. Los más jóvenes tal vez hayan ido alguna vez al cine o asistido a un concierto y los de más de treinta recordarán seguro lo maravillados que estuvimos en la Expo 92 ante ese palacete tan hermoso que nos hacía viajar a Fez, Marrakech, Rabat. Tres Culturas. Ese es el nombre de la Fundación que tiene su sede en aquel pabellón que se levantó para quedarse y que forma parte ya de la piel urbana de Sevilla.

Y tres culturas, la convivencia de tres culturas, hijas de las tres religiones monoteístas del mundo, es la identidad de una ciudad de nombre tan evocador como hermoso Essaouira. Un ejemplo vivo de lo que la fundación marroquí y andaluza quiere representar, quiere hacer posible. Ese antiguo puerto portugués celebra varios festivales de música al año y el pasado fin de semana, gracias a la asociación Essaouira Mogador y precisamente a Tres Culturas, se ha hecho la decimoquinta edición de las Andalucías Atlánticas.

Que el nombre de Andalucía se encarne en el litoral más occidental de África, emociona. Y si esa intención se concreta en un concierto mano a mano con el músico Said Belkadi y el cantaor Curro Piñana sobre dos poetas judíos, entonces las intenciones se convierten en una realidad que te golpea en el estómago haciéndote olvidar tanta zarandaja con la que nos desayunamos cada día. Sobre el escenario los dos cantantes y sus grupos aunaron las voces de Ibn Gabirol y Muhamad Ibn Arabi, dos filósofos poetas hebreos del siglo XI , nacidos en Málaga y Murcia, aquella Al Andalus que como la Grecia helénica sobrevive como cultura más allá de su significación histórica. En el mundo del siglo XXI dos grupos musicales viajan a la poesía de hace diez siglos y el espectador reconoce que la modernidad es exactamente eso: sentir que la convivencia sobrevive al dolor. Desde Sevilla, la ciudad que somos, una Fundación que tiene aquí su sede convocaba a la música para conjurar una de las amenazas más reales que vivimos los hombres y mujeres del siglo XXI. Entre los espectadores, precisamente, la directora general de la Unesco. Mientras, un hombre enjuto, culto, periodista, economista, activista de la paz, André Azulay que acostumbra a sentarse con los nombres propios de la gran política internacional pasea por su ciudad natal y saluda, con la mano, tocando, sonriendo a todos y cada uno con los que tropieza. Es el factótum de Tres Culturas, el hombre que siempre ha creído en ella. A veces la paz tiene quien las escriba. Estamos hablando de judíos, musulmanes y cristianos. Y Sevilla como ancla. Aunque tal vez nos parezca que lo importante es el escote que Carmen Calvo llevara al Vaticano en esas mismas fechas.

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