SEIS y cuarto en todos los relojes de la tarde en Nervión y con los mercurios viviendo en parámetros históricos se anuncia un partido de fútbol. Partido de indudable interés, por cierto, que a la visita del sorprendente líder se une la esperanza de ver al Sevilla que laminó al Espanyol y no al que dio encefalograma plano en Villarreal. Y todo bajo la amenaza de un calor infernal en la yerba e inhumano en una grada que puede causar estragos.

Ha cundido la alarma generalizada a causa del horario y sería bueno que no se corriesen riesgos, pues si deportistas de elite sufrirán en el esfuerzo, los espectadores pasarán un quinario cociéndose a fuego lento. Se me puede decir que a esa hora era el fútbol en aquella época de estadios sin luz artificial y, por ejemplo, la inauguración del Sánchez Pizjuán se celebró en esta fecha y a idéntica hora de la que va a jugarse este partido entre el Sevilla y Las Palmas, o sea...

Obviando la cuestión termométrica podemos hablar de un partido muy atractivo. Nueve goles y seis puntos en dos partidos avalan a los insulares, que andan deseosos de emular a aquel equipo de Tonono, Guedes y Germán o al más cercano en el tiempo que adiestraba Miguel Muñoz y que iba de Carnevali a Morete pasando por Wolf y Brindisi. Fueron los dos más grandes equipos en la historia del club y ahora, con el competente Quique Setién, van a intentar repetir dichas glorias.

Además, la curiosidad por ver a Roque Mesa, futbolista que tuvo un pie, casi los dos, en el Sevilla y que es la piedra angular de los amarillos. Y aguarda el Sevilla, ese Sevilla plagado de estrellas en lo que se llama la media punta, con futbolistas de impensable standing hace poco. ¿Será el devastador bulldozer que destrozó al Espanyol o el timorato del Madrigal? Esa es la cuestión, interrogante que sólo hace añadirle interés a lo que va a cocerse en el horno nervionense.