¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

Sevilla, capital con la boca chica

Sevilla es capital casi de manera vergonzante, ninguneada por los gobernantes autonómicos

El autodenominado Gobierno del Cambio (todavía hay que verlo) quiere que el acto central del día de Andalucía deje de celebrarse en Sevilla para iniciar una turné por nuestra amplia y variada geografía. Nada que objetar. El 28-F es el día de la comunidad y, por lo tanto, no hay ninguna obligación de festejarlo en la fatigada Híspalis. Es más, muchos sevillanos aplaudirán la decisión del Ejecutivo, empezando por el Teatro de la Maestranza, al que actos como el mencionado impiden la oferta de espectáculos más gratificantes. También sentirán alivio aquellos que, por su cargo y alta condición, se ven forzados a ponerse una corbata y tragarse una ristra de discursos, cuando lo que el cuerpo les pide son jeans y botellines con los amigos en su tasca habitual. Si Rajoy provocó a partes iguales la indignación y el pitorreo con su famosa máxima "Este domingo tengo el coñazo del desfile... en fin, un plan apasionante", no saben lo que dicen por lo bajini aquellos que, por obligación, tienen que ir el 28-F a dejarse ver en la olla exprés maestrante. Sólo a personas extrañas y peligrosas les puede apetecer dedicar una soleada y festiva mañana de febrero a escuchar un discurso que empieza con el grito de rigor: "Andaluces y andaluzas"...

Por tanto, como decíamos, no hay nada que objetar a que el 28-F gire por Andalucía. A Sevilla no le aporta nada y viceversa. Pero sí nos llama la atención el interés que tienen algunos que ahora se sientan en el Palacio de San Telmo -y antes que ellos muchos otros- en darnos a entender que Sevilla es una ciudad más de Andalucía, como Linares, Almería o Huelva, algo que, con todos nuestro respetos -faltaría más-, es sencillamente falso. Desde el siglo XII, mucho antes del descubrimiento de América y, por supuesto, del 28-F, Sevilla es la ciudad con más peso de Andalucía, condición sólo disputada un breve tiempo por la Cádiz del monopolio. En este sentido, lo que hicieron los padres fundadores de la Autonomía cuando fijaron aquí la capitalidad -descartadas algunas opciones excéntricas, como la antequerana- no fue más que el reconocimiento de una realidad insoslayable. Sin embargo, durante décadas, el Gobierno regional se ha negado a satisfacer una de las principales demandas de la ciudad, un estatuto de capitalidad que sirva para aliviar los muchos problemas que le genera esta condición central. Sevilla es capital de Andalucía con la boca chica, casi de manera vergonzante, ninguneada continuamente por sus gobernantes autonómicos. Esto, y no el acto del 28-F, es lo importante.

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