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josé / aguilar

Silencio sobre el aborto

MARIANO Rajoy se ha propuesto cortar el incesante goteo de declaraciones de dirigentes del Partido Popular que cuestionan el proyecto de ley del aborto impulsado por el sector más conservador del partido al que se ha sumado con desenfado el ministro Ruiz-Gallardón.

En el comité ejecutivo de ayer el presidente respaldó completamente la ley Gallardón, que calificó de "equilibrada" y consecuente con la defensa del derecho a la vida, aunque se declaró a favor de enriquecerla "entre todos". Quizás es su forma de admitir que en los meses que quedan para su aprobación se abra paso la aceptación del tercer supuesto para la interrupción voluntaria del embarazo (la malformación del feto). Eso la acercaría a la ley socialista de 1985 y aún la dejaría completamente lejos de la ley Zapatero de 2010, con sus plazos y su prevalencia de la decisión de la mujer.

Pero la principal preocupación de Rajoy era otra, como digo: conseguir que esta cuestión no divida y desestabilice al PP. Mejor dicho, que no se exteriorice la división realmente existente. Su fórmula ha sido exigir a dirigentes, barones, diputados y alcaldes que no discutan sobre el aborto en público. De lo que no se debe hablar no se puede hablar. Punto en boca.

Una clásica de la discrepancia interna en materia de conciencia personal, Celia Villalobos, que ya se abstuvo de votar contra la ley Zapatero y fue multada por ello, pidió en el comité que se concediera libertad de voto a los parlamentarios que en el Congreso y en el Senado tendrán que retratarse. Silencio absoluto, e insinuación por Dolores de Cospedal de que no habrá esa libertad en su momento.

Aunque la hubiera, estimo que los adversarios de la ley Gallardón no iban a beneficiarse mucho. A diferencia de los barones territoriales y alcaldes, que dentro de un año han de comparecer ante sus electores y querrían hacerlo sin molestar a las mayorías centristas que los eligieron, diputados y senadores no tienen elecciones tan pronto y, además, su inclusión o exclusión de las listas depende mucho más de la voluntad de Rajoy. Por si fuera poco, la experiencia -ejemplo, la guerra de Iraq- indica que en los parlamentarios pesan menos sus posibles objeciones de conciencia que la idea de votar lo mismo que sus adversarios del PSOE y el miedo a que el Gobierno se derrotado.

Creo que la vicepresidenta Celia Villalobos volverá a ser multada.

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