Visto y Oído

Antonio Sempere

Tocar el cielo

SOBREVUELAN como buitres por las redes y los diarios digitales mensajes malintencionados acerca de la posible desaparición de La 2. Una vez confirmado que Teledeporte no va a cerrar sigue sobrando un canal en la casa, argumentan estas fuentes. Si ese canal no puede ser el Clan, ni el 24 Horas, adivinen cuál tiene más papeletas para echar el cerrojo.

Por eso, ahora más que nunca, es necesario advertirlo, estar en guardia, y por supuesto, seguir rompiendo lanzas en pro de esta cadena de servicio público auténtico que tantos argumentos nos sigue dando a quienes defendemos un modelo de televisión pública merecedor de tal nombre. Pongamos que hablo de Atención obras, ese prodigio de Xavier Obach que sigue ahí, al caer la tarde de los viernes, atendido nada más por el 1% de la audiencia aunque Cayetana Guillén Cuervo lleve a su plató a figuras tan nada sospechosas de elitismo como Lolita o Raphael. Qué bien estuvieron esas conversaciones. Cuántas chispas de verdad. Recupérenlas corriendo en la web. Arrojan borbotones de complicidad y televisión de la buena, en primerísimo plano. Televisión en las antípodas de T con T, por ejemplo. En las antípodas de la banalidad y el mal gusto.

Son tantas las alegrías que nos ha dado La 2 esta semana que bastó con atender a sus conciertos para encontrarnos con ratos de televisión excelsa. El Requiem de Mozart ofrecido desde la catedral de Toledo con motivo de los fastos del aniversario del Greco tuvo una realización a lo grande, firmada por Arturo Morales. Digna de la mejor televisión europea. Costaría un dineral. Pero cundió, vaya si cundió.

El mismo fin de semana pudimos asistir al magnífico duelo de tangos ofrecido por Pasión Vega y José Manuel Zapata con el magnífico bandoneón de Claudio Constantini. Decir magia es quedarse corto. Aquello fue tocar el cielo con los dedos. En La 2, la de servicio público.

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