DESDE hoy y hasta el domingo, a escasas fechas de la Nochebuena, se celebran en Sevilla 50 conciertos y 20 espectáculos teatrales. Entre hoy y mañana hay 10 presentaciones de libros y se inauguran 10 exposiciones de arte, que se suman a otras muestras artísticas, históricas, científicas o de moda. Además, de aquí al domingo hay más de 100 actos culturales o lúdicos de otro tipo. Todo eso acontece en un 80% de los casos por iniciativa privada, mucho mayor en cantidad y calidad que hace 30, 20 ó 10 años. Y el actual Gobierno municipal, como su antecesor, tampoco ha caído en la cuenta de poner eso en valor a la hora de forjar la imagen de Sevilla hacia dentro y hacia fuera. Para eso hacen falta dos condiciones: ver que en la ciudad no sólo hay animación gracias a los bazares en las plazas, a los campanilleros y a los belenes; y tener interés en darle relevancia a la cultura. Tanto la que promuevan los amigos de los políticos en el poder como la variopinta gestada por sevillanos a quienes no tienen el gusto de ver metidos en faena ni de día ni de noche. Lo que subrayo para la temporada navideña es un fenómeno idéntico al que se produce en la primavera y al comienzo del otoño: abundancia de actividad y miopía institucional de quienes sólo consideran identitaria y vendible (interna y externamente) la actividad cofrade o folclórica. Sumen, no resten.

Mientras al Ayuntamiento, para encauzar ese caudal de energía, agua el vino y propone que los festivales se celebren sólo cada dos años, ustedes, queridos ciudadanos, son la solución, disfrutando y compartiendo la panorámica que les he enumerado. Un ejemplo: el Teatro de la Maestranza. Es el pueblo sevillano el que lo está respaldando mejor, es su verdadero patrocinador. Contribuye vía taquilla a ampliar las funciones de la Sinfónica de Sevilla más navideña, y de Miguel Poveda, y de Pasión Vega, y de Estrella Morente, y de Luz Casal, y de lo que vendrá... Ustedes también se merecen una ovación.