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Vacas sagradas y bueyes de marzo

Ediciones almed publica 'El caso Malaya. Los elefantes asolaron Marbella', un libro de investigación donde el autor desgrana los motivos y los trabajos policiales en la ciudad de la costa del sol. Su autor, Miguel Ángel Ordóñez, periodista galardonado con el Premio Ortega y Gasset, ha dedicado cuatro años a la elaboración de esta investigación. En estas páginas se reproduce un extracto del capítulo octavo de la obra.

EL mes de marzo [de 2006] será recordado de por vida por muchos protagonistas del caso Malaya. No sólo por los primeros acusados, detenidos a finales de ese mes: también por varios policías para los que ha sido de muy mal fario y ha resultado una pesadilla inesperada. De condecorados perseguidores de corruptos pasaron en un santiamén a ser corruptos perseguidos: alguien decidió segar bajo sus pies el conocido como trigo de marzo, también llamado trechel o rubión, un grano fanfarrón, que tiene mucha apariencia y hojarasca. Era tiempo de que las vacas sagradas se cobraran aquello que antaño se conocía como buey de marzo o marzadga, el tributo que se pagaba en el mes de marzo, originariamente en especie.

El 23 de marzo de 2006, en vísperas de que estallase la operación Malaya, Valentín Bahut, jefe de la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (Udyco) para la Costa del Sol, hacía una críptica llamada a un italiano llamado Marco Torello Rollero. Era, para más señas, un narcotraficante afincado en Benalmádena a quien las autoridades de su país querían echar el guante desde hacía tiempo. Está considerado uno de los capos de la mafia calabresa, la temible 'Ndrangheta. Ese detalle, que conocía Bahut, responsable de la persecución del tráfico de drogas y el crimen organizado en la zona, no fue obstáculo para que forjase con el delincuente "unos estrechos lazos de amistad", en palabras de la Audiencia Provincial de Málaga. No era el único de la Udyco que tenía sus delincuentes favoritos y protegidos, según ellos, por ser valiosos confidentes.

Desde hacía varios meses ambos sospechaban que la Guardia Civil estaba siguiendo al rumboso mafioso. Durante 2005 y lo que iba de 2006 Bahut había alertado a Marco Torello de pinchazos telefónicos y había comprobado en varias ocasiones los números de matrícula de coches que le parecieron sospechosos al italiano. El jefe de Udyco en Málaga advirtió al narco de que eran vehículos camuflados de las Fuerzas de Seguridad del Estado, siempre según Asuntos Internos, la Fiscalía y los jueces de la Audiencia Provincial.

Ese 23 de marzo Bahut había confirmado en la base de datos del Cuerpo que se acababa de emitir orden de busca y captura europea contra el narcotraficante. Él estaba obligado a detenerle, pero le telefoneó tranquilamente para avisarle de que pusiese los pies en polvorosa o se escondiese muy hondo. Como el italiano le comentó que estaba en Marruecos, le aconsejó sencillamente: "Estate guardadito".

Un subordinado, el jefe de la Sección Operativa de Crimen Organizado en la Udyco, José Alfredo Marijuán (Freddy para los amigos), se encargó de comprobar si en el país magrebí corría peligro de extradición: "A través de sus contactos con la Policía marroquí confirmó que la orden de detención no estaba vigente en el reino alauita", señala la acusación fiscal.

Hubo más: cuando el delincuente especializado en tráfico de drogas y lavado comentó a Bahut que necesitaba visitar España para cerrar unos asuntos, el jefe de Udyco y su mozo de espadas, el inspector jefe Marijuán "realizaron los preparativos necesarios para que pudiera regresar a nuestro país sin el riesgo que para él suponía la requisitoria pendiente".

En plena vorágine de la operación Malaya, el 5 de abril, entre malayo y malayo, "conforme al plan establecido", Marco Torello Rollero tomó un ferry de Tánger a Tarifa (Cádiz). Para que no tuviese contratiempos con la Policía del reino alauí, un policía marroquí amigo de Marijuán lo acompañó. En Tarifa lo recibieron los jefes de Udyco Costa del Sol, que liaron al inspector jefe accidental del puesto fronterizo al menos para que les facilitase aparcar y les acompañase tomando un café. Según el fiscal, también "se preocupó de que pasara los controles policiales sin que su documentación fuera verificada".

Valentín Bahut y Freddy Marijuán volvieron a tentar la suerte que hasta entonces les había sobrado. Tras mantenerlo protegido unos días en España, "dispusieron lo necesario" para que el mafioso italiano volviera a Marruecos por Tarifa y Tánger. De hecho, la defensa del propio Valentín Bahut admitió que el jefe de Udyco acompañó al narco hasta la frontera, aunque, esgrime en su defensa, no pidió a nadie expresamente que dejase de pedirle el pasaporte.

Según la Audiencia Provincial, el mafioso contó "con la asistencia protocolaria" del responsable policial del puesto fronterizo español y con la del contacto marroquí de Alfredo Marijuán, "que hizo lo propio con las autoridades marroquíes y que se ocupó incluso de buscar alojamiento al huido en Marruecos así como de velar por su seguridad y bienestar". Desde entonces, el capo Marco Torello está en paradero desconocido, "guardadito", y las autoridades no han podido extraditarlo.

Ninguno de los dos inspectores se imaginó la posibilidad de que alguien los vigilase siendo ellos vigilantes tan poderosos. Sin embargo, se equivocaron y descubrirían después que se habían estado rifando la carrera: habían captado las conversaciones comprometedoras del narco con el jefe de Udyco y entre éste y su segundo en el escalafón. Después se supo que no fue exactamente porque tuviesen bajo vigilancia al narcotraficante. Si hubiera sido así, casi con total seguridad lo hubieran sabido Bahut y Marijuán antes que nadie, debido a sus cargos. Su tropiezo se debió a que eran ellos directamente los que estaban bajo sospecha. Concretamente, Asuntos Internos les seguía los pasos desde, al menos, 14 meses antes porque se había colmado el vaso de sospechas o porque alguien necesitaba tenerlos cogidos de las gónadas. Oficialmente, se explicó que se les seguía la pista porque tenían fundadas sospechas de que ambos mandos estaban extorsionando a empresarios y locales de alterne.

Llama la atención que, a pesar de los graves datos recopilados, los veteranos Bahut y Marijuán siguieron en sus puestos de alta responsabilidad hasta finales de 2006, coordinando investigaciones como la de la presunta trama del Ayuntamiento de Marbella.

En diciembre se imputó a ambos. Después de su encausamiento, Bahut todavía duró quince días en el cargo de jefe de Udyco, hasta que fue discretamente cesado y trasladado a un nuevo destino: comisario en el distrito Este (El Palo) de la ciudad de Málaga. No fue suspendido de empleo y sueldo ni un solo día, al igual que su subalterno. Por supuesto, tampoco pisaron los calabozos.

Casualmente, el informe elaborado por Udyco Costa del Sol sobre las comprometedoras referencias de Roca a miembros de la cúpula policial en Madrid se entrega al juez el día 10 de enero, justamente el mismo día que la Policía anuncia la sustitución de Bahut como jefe de Udyco-Costa del Sol y su traslado a la comisaría de El Palo. Toda una venganza en plato caliente. Alfredo Marijuán, coimputado con Bahut, continuaba en su puesto de jefe de la sección responsable del informe.

Tras su cambio de puesto, Valentín Bahut mantuvo sus vínculos con la lujosa Marbella y con sus antiguos subalternos. Por ejemplo, los dos udycos que se quejaron oficialmente porque no les dejaban tirar de los hilos que conducían a poderosos, pidieron traslado a la comisaría donde destinaron a Bahut. La versión que sobre esa petición hicieron algunos medios de comunicación, como ElConfidencial.com, es brutal: "Dos inspectores de Malaya dimitieron por no dejarles investigar a JAG, el policía de Roca". El traslado no se les concedió hasta que se cerró la investigación de Malaya y volvieron a pedirlo.

Bahut, amén de concitar cariño entre sus subordinados, siempre ha estado muy ligado a la ciudad de Marbella, a cuya comisaría llegó como agente raso en 1974 y permaneció hasta mayo de 1996. De 1993 a enero de 1996 fue jefe de la Policía Judicial de la comisaría de Marbella. En diciembre de 1999 es ascendido a comisario y era jefe de Udyco Costa del Sol, con sede en Málaga, desde 2000. Siempre mantuvo buenas relaciones con los prebostes del Ayuntamiento de Marbella.

Contra José Alfredo Marijuán no se tomó ninguna medida disciplinaria, por extraño que parezca. Procesado y condenado en primera instancia junto a Valentín Bahut por las mismas fechorías, Marijuán recordará el mes de marzo de 2006 no sólo por Malaya o haber intervenido en el plan de huída de la justicia del mafioso de la 'Ndrangheta Marco Torello Rollero. El 16 de marzo de 2006 fue también condenado en firme por falsificar y manipular actas oficiales. Concretamente, por un delito de "falsedad por imprudencia grave en documento oficial", que cometió en 1994.

Pese a que lo estuvieran investigando por otros delitos desde hacía tiempo, sus superiores promovieron un indulto que fue concedido por el Consejo de Ministros en junio de 2007, cuando ya había sido imputado, hacía seis meses, por el caso del mafioso italiano. El ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo, con la medida de gracia conmutó la pena que se le impuso de siete meses de suspensión de empleo o cargo público "por siete meses de multa", tres mil y pico euros, "a condición de que no vuelva a cometer delito doloso en el plazo de dos años desde la publicación del real decreto". Ese requisito lo incumpliría, supuestamente, del derecho y el revés, como veremos más adelante.

El mes de marzo seguirá persiguiéndoles: la Audiencia Provincial de Málaga fijó ese mes de 2009 para el juicio por la huida del capo italiano. Valentín Bahut y Alfredo Marijuán estaban acusados de encubrimiento, omisión del deber de denunciar y perseguir delitos, así como de revelación de secretos oficiales. El ex jefe accidental del puesto fronterizo de Tarifa se enfrentaba a una pena menor por encubrimiento.

En dicho juicio Bahut descargó de cualquier responsabilidad a sus compañeros imputados y defendió el papel crucial de "confidentes" como el mafioso italiano al que protegió, según él, porque había colaborado con la Policía en varias operaciones antidroga de gran escala. La Audiencia Provincial pudo establecer que en varias ocasiones, el jefe de Udyco Costa del Sol había intentado que la Policía y la Fiscalía mediasen con Italia para "lograr un acuerdo que beneficiara a Marco Rollero". También arremetió contra sus compañeros de Asuntos Internos, por conseguir intervenciones telefónicas "con informaciones que no se ciñen a la verdad". Al mismo tiempo, resaltó en su favor "haber llevado personalmente las investigaciones de casos como Malaya y Ballena Blanca". Flaco favor hacía a dichas investigaciones recordándolo, con lo que le iba a caer.

Sus argumentos no convencieron al ministerio público: "Con claridad meridiana", Bahut y Marijuán estuvieron "saltándose todas las normas legales y propias del Estado de Derecho", con una "dejación total" de sus funciones. "Nadie puede estar por encima de la ley y eso es lo que ellos no han entendido ni entenderán", apuntó el fiscal en su exposición final. La Audiencia Provincial condenó a Bahut y Marijuán a 18 meses de cárcel, once años de inhabilitación y una multa de 4.500 euros.

La defensa de los dos policías consideró "lamentable y sorprendente" la sentencia, "dada la trayectoria que han tenido los agentes y el apoyo recibido por numerosos mandos policiales". Posteriormente, el Tribunal Supremo anuló la condena, al declarar ilegales las escuchas telefónicas. Los magistrados aplicaron los mismos argumentos que esgrimen las defensas de los malayos para considerar ilegales las intervenciones telefónicas realizadas en la Operación Malaya: se trataba de pinchazos prospectivos, realizados por corazonadas o rumores más que por la existencia de indicios o sospechas objetivas. Además, el Supremo en su exculpación de los mandos de Udyco recuerda a la Policía y a la Audiencia Provincial que la ley reserva las intervenciones a situaciones extremas, una vez agotadas otras vías de investigación, cosa que no ocurrió. Igualmente, el Supremo afeó que el juez hubiese justificado las intervenciones en una supuesta extorsión a locales de alterne a cambio de inmunidad y no en el encubrimiento al narcotraficante. Así, los dos policías terminaron absueltos por el Tribunal Supremo en marzo de 2010. El subordinado jerárquico en Marbella era desde antes de que arrancase la Operación Malaya el joven inspector Carlos Farré Bustamante (33 años cuanto se pone en marcha Malaya), jefe de Udyco en la ciudad costasoleña y con estudios de Derecho. Antes de recalar en Marbella había estado destinado en Canarias y en Vélez-Málaga, donde coincidió con los jueces Miguel Ángel Torres y Francisco de Urquía, con quienes trabó amistad y compartió aficiones. En Marbella mantendrán el apego y era habitual que saliesen juntos de parranda.

Carlos Farré, como sus superiores, tampoco tenía un historial impoluto. También tenían de donde agarrarlo: un año antes había sido investigado por Asuntos Internos en el marco de la operación Sugar, impulsada por la Audiencia Nacional y sus jefes madrileños de la Comisaría General de Policía Judicial, contra una organización internacional, angloespañola, de blanqueo de capitales y tráfico de estupefacientes asentada en la Costa del Sol.

De pinchazos telefónicos efectuados en ese caso se desprendió la posible participación en los hechos y pertenencia a dicha organización de funcionarios policiales de la Comisaría de Marbella y, posiblemente, de la Comisaría Provincial de Málaga. Así, se hacía mención en las citadas llamadas (todas en inglés) a un tal "Carlos", al "tipo de la moto", a un tal "John" (Juan) y al "boss boss" (jefe, jefe), además de sobornos a policías. En la depuración correspondiente se identificó a Carlos Farré, usuario habitual de moto, entre otros. La Policía también sospechó que "John" era Juan Lorenzo Esteban, segundo en jerarquía de la Comisaría de Marbella.

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