CUALQUIER día puede pasar cualquier cosa en ese asentamiento de nuevo cuño que se ubica en San Jerónimo, justamente en un solar que en tiempos de vacas lustrosas estaba destinado a una promoción inmobiliaria. Una promoción inmobiliaria más, una de las muchísimas que se fueron al garete cuando reventó la burbuja donde vivaqueaba dicho sector. Ahora, ese solar está ocupado por gente que no tiene donde ir y el vecindario con todos sus papeles en regla está que trina con esos vecinos. A mí se me encogen los adentros cuando, por ejemplo, veo a la policía desalojar a esos desgraciados de, por ejemplo, el Paseo Juan Carlos I. Cuando les instan, mediante megáfono, a que cojan el portante se me encoge el alma porque a ver dónde van. Pero es que las cosas no pueden ser así y es natural que un vecindario como el de San Jerónimo no pueda soportar una convivencia que no entiende de reglas.
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