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José Aguilar

Vienen más curvas

APROVECHANDO que nos coge con la guardia baja -si es que nos quedan arrestos para estar aún de guardia- por la resaca de los últimos acontecimientos, Mariano Rajoy anuncia que pisará el acelerador de las reformas.

Es un buen momento, en efecto. El Consejo Europeo torció moderadamente la firmeza de Merkel en defensa de la ortodoxia de la austeridad y favoreció a España con un acuerdo que, aunque le falten esos detalles en los que habita el diablo, permite el rescate directo de los bancos y relaja la prima de riesgo, siempre tan excitable. La hazaña deportiva de la selección nacional de fútbol ha suministrado, por su parte, un chute de euforia que la psicología colectiva estaba pidiendo a gritos. Finalmente, el dato de la bajada del desempleo de junio, el máximo desde 1996 en ese mes, ha cerrado el círculo de buenas noticias que sustentan la esperanza patria.

En esta coyuntura Rajoy se ha comportado con responsabilidad. Escarmentado tras su lamentable sacada de pecho a raíz del Consejo Europeo anterior, cuando se jactó de haber conseguido gracias a sus presiones que los socios europeos rescatasen a nuestro sector financiero (consiguió dos efectos indeseados: irritó a los rescatadores/acreedores y no convenció a los españoles), el presidente ha asumido lo que, aunque molesta, era una verdad de Perogrullo: que la ayuda que vamos a recibir tiene un precio, y el precio es cumplir a rajatabla el compromiso sobre el déficit público y convertir en exigencias de dolorosa satisfacción las "recomendaciones" de la Unión Europea.

A esto se ha referido Rajoy cuando ha dicho que pisará el acelerador de las reformas, aunque la metáfora sea enteramente deudora del lenguaje politiqués, porque acelerar en estas circunstancias significa más bien frenar, ajustar y recortar. Bueno, sí se acelera nuestro viaje inexorable al empobrecimiento, viaje que ahora pasa por una subida del IVA -también disfrazada de reordenación de sectores a incluir en cada tipo de este impuesto- y un mayor esfuerzo de reducción del gasto por parte de las comunidades autónomas. No será fácil, teniendo en cuenta que ya el País Vasco se ha declarado insumiso al copago farmacéutico, Cataluña lo ha hecho al reparto de inversiones estatales y Andalucía bordea la insumisión ante los recortes sanitarios y educativos. Me pregunto, por ejemplo, si la IU andaluza aceptará una nueva vuelta de tuerca a las cuentas de la Junta ante los presupuestos de 2013. Sus portavoces vienen declarando que no un día sí y otro también.

En fin, que vienen curvas. Más curvas y tal vez más peligrosas que las anteriores porque traerán más inestabilidad política. No hace falta recomendar el tradicional "¡agárrense!". Todo el mundo que tiene algo ya lo está agarrando. Por si se queda en menos que algo.

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