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N OS dicen que Otegi lleva una “agenda oculta” sobre Euskadi y sobre el conjunto de España. No renuncia a las viejas ideas de los dos Estados que sojuzgan a los vascos, que es una nación en dos territorios, el español y el francés. Algo parecido a la otra agenda oculta, la de Cataluña. Bueno, decirlo así resulta una enormidad toda vez que la minoría independentista no se corresponde con la mayoría de constitucionalistas, pero en el caso catalán, además, se extiende por los denominados (por el independentismo) paísos catatalans, esto es: Reino de Valencia, Islas Baleares y Pitiusas y parte del Reino de Aragón más la Cataluña francesa, fronteras difusas. Es todo una lucha contra los siglos. En ambos casos. Torcidamente porque la quimera nunca existió. La construcción de la quimera, esta locura nacionalista, va por barrios. He oído a nacionalistas andaluces, que los hay, son un ínfima minoría pero son, que el sur de Extremadura y Murcia son Al Andalus, son Andalucía. Y tan tranquilos. Algo así como algunos mapas de Marruecos que no sólo incluían al Sahara sino a Al Andalus en su versión corta, esto es, la Andalucía actual. La Castilla expansiva y reconquistadora, esa Castilla miserable ayer dominadora del poeta sevillano bautizado castellano en Soria, no dice nada. Sólo contempla la España centrífuga de estos días cuando no ha olvidado la centrípeta que hizo posible su grandeza y esplendor a través de una tortuosa historia medieval que cerró el ciclo en 1513, con la incorporación de Navarra… al Reino de Castilla. La Historia, pues, vale para un roto y un descosido. Se trata de una barra libre susceptible de incluirse en un sírvanse a gusto, todo por el mínimo precio. Lo que ocurre es que el “precio” no está bien definido y la ruptura de gananciales en un matrimonio de más de cinco siglos dará lugar a un pleito infinito. O a las guerras de rigor. ¿Supera la agenda oculta de Otegi este embrollo, esta ruptura social? ¿Qué hay de “política” en todo esto y qué de la guerra por otros medios? El ayer abertzalismo criminal hoy reconvertido en radical y político, siendo generoso en la cesión conceptual, persigue lo que todos: los gobiernos. Y nos dice que sólo conquistando los gobiernos se podrá alcanzar el viejo sueño de fraguar un Estado y una Nación en la Europa de la Libertad. Son agendas distintas, así miradas. Los catalanes se dirigen de nuevo, pero mejor hecho, a la declaración unilateral de independencia y la República y los vascos a una Euskadi gobernada por abertzales, por supuesto republicana también… Las otras políticas y los otros políticos ¿tienen también una agenda oculta?

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