Tomás garcía rodríguez

Doctor en Biología

La alfalfa milenaria

La Alfalfa estaba presidida por la cruz que pervive en el jardín adosado a San Isidoro

La plaza de la Alfalfa en Sevilla ocupa unas tierras con mucho por descubrir de su alma inquieta. Situada en el núcleo fundacional de la Spal fenicia, de la cual se han encontrado restos arqueológicos del siglo VIII a. de C. cercanos a la actual iglesia de San Isidoro, próxima al foro romano de Hispalis que se ubicaría en torno a la zona de Bamberg-Abades-Mármoles, es colindante con la intersección del decumanus y el cardo maximus de época imperial. Incluida en las amplias alcaicerías de la Ishbiliya islámica, constituía un zoco que en época cristiana se amplía a la compraventa de todo tipo de mercancías, principalmente carnes y verduras. Debido a su variopinto carácter comercial recibe otros nombres a lo largo de los tiempos: de las Verduras, de los Garbanzos, de las Carnicerías, de la Caza, del Vino... El historiador Luis Peraza, cronista de la ciudad renacentista, nacido en la plazuela, describe: "Agora se venden mui gordos pavos, capones, gallinas, perdices, conejos y todo género de aves".

Presidida antaño por una gran cruz de hierro que pervive en el jardín adosado a la iglesia de San Isidoro, y por una fuente de abastecimiento de aguas de los Caños de Carmona, en sus terrenos se ubicó el hospital fernandino de San Mateo hasta finales del siglo XVI. De su secular actividad mercantil ha llegado a nuestros días una espartería fundada en 1759, la cual sería regentada cien años después por familiares del valiente toreador Manuel García Cuesta, El Espartero, malogrado en plena juventud. Canta en sus sevillanas Miguel de Molina: "Los toritos de Miura ya no tienen miedo a nada... / Que se ha muerto El Espartero... / El que mejor los mataba".

Las plazas medievales perderán con el paso del tiempo los pórticos que resguardan de la lluvia y del sol, siendo necesaria la plantación de árboles que suministren, al menos, sombra en verano. Actualmente se pueden contemplar en la plazoleta de la Alfalfa una decena de almeces, especie de mucha consideración en el medio rural por la idoneidad de su madera para elaborar aperos de labranza: horcas, palas, rastrillos... El almez o latonero se introduce desde hace décadas en los ámbitos urbanos debido a sus escasos requerimientos y resistencia a la sequía, plagas y enfermedades, siendo atractivo para numerosas aves urbanas por sus melosos frutos púrpuras. Emparentado con los olmos, desarrolla flores apétalas sin fragancia que aportan escaso valor ornamental en épocas primaverales.

El ancestral espacio público donde confluyen ocho vías de rancia historia, cuna de la saetera Niña de la Alfalfa, se refleja en numerosas obras literarias de plumas eminentes: Cervantes, Palacio Valdés, Romero Murube, Manuel Ferrand... De forma burlona, fiel a su esencia, el Príncipe de los Ingenios Españoles insinúa su pasado genio indómito en la Novela Ejemplar El rufián dichoso: "La plaza de la Alfalfa o de la vieja Costanilla, rebelde y picaresca, era una de las partes de la ciudad que le quedaba por conquistar al Rey".

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