Alguien tuvo que activar el nivel rojo

Coche atrapado por el agua.
Coche atrapado por el agua.

01 de noviembre 2025 - 05:30

ASISTIMOS a una berrea entre administraciones con la excusa del caos que se desató el pasado miércoles en Sevilla por el diluvio caído en apenas unas horas (115 litros por metro cuadrado, un récord histórico). Siguiendo la vieja ley de que la mejor defensa es un ataque (que se lo pregunten a Pedro Sánchez bajo la carpa del Senado), el alcalde Sanz ha arremetido contra la Aemet (el antiguo y confederalizado Instituto Nacional de Meteorología) por no haber activado el aviso rojo, como sí hizo en Huelva. Aquí, en la Muy Mariana, la Aemet se limitó a un desteñido naranja que impidió a las autoridades y ciudadanos valorar correctamente lo que les podía suceder si se exponían. La misma Aemet reconoce que se rozaron en algunos momentos los umbrales para activar el colorado, pero le echa el muerto a Protección Civil (es decir, a la Junta): ellos tuvieron que valorar ese momento fronterizo entre el naranja y el rojo y haber actuado en consecuencia. En fin, el clásico pulso bipartidista en el que los ciudadanos quedamos como meros espectadores y sufridores de la situación.

Lo que no le cabe duda a nadie es que tuvo que activarse el nivel rojo y que, vista la incompetencia con la que se ha procedido, hay que mejorar los mecanismos para tal fin. Todo quedó en susto e incomodidad, pero podía haber sido peor. Para el recuerdo quedan los kilométricos atascos en los que centenares de conductores se vieron atrapados durante horas, las larguísimas colas de estudiantes para coger unos autobuses que no llegaban (locales y provinciales), los guiris desconcertados en las paradas un tranvía interrumpido y sin saber a qué atenerse, las personas mayores intentando coger un taxi que no aparecía...

Otros, por su parte, actuaron tarde. Fue el caso del cierre de las aulas universitarias por la tarde, cuando ya habían pasado las lluvias y se podía pasear tranquilamente por la ciudad, siempre que se tuviesen unas botas de agua y unos tapones para no oír el rugir de cláxons de los atascos.

El anecdotario fue inmenso y no es momento para peleas políticas. Por fortuna no hay que echarse muertos a la cara. Solo toca trabajar. A todos, con buen tono y en positivo. Como nos enseñaron nuestras abuelas.

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