Un 4-M andaluz

La altanería de Pedro Sánchez se alimenta de triunfos y tras la debacle de Madrid busca una victoria contra Susana Díaz

Desde Moncloa dicen que las de Madrid sólo fueron elecciones regionales. Y no. El terremoto del martes tiene repercusión en Andalucía. De entrada el gobierno de la Junta es desde esta semana técnicamente monocolor. Ha caducado la ingeniosa alegoría del escritor Pablo Aranda: "Juan naranja escribe fino, Juan azul escribe normal". La unificación de facto aporta viento de cola al equipo todoazul capitaneado por Moreno. No ha ocurrido de golpe. Cs fue dócil con el PSOE en la anterior legislatura, pero instalado en el poder ha sido aún más condescendiente con el PP. No hay diferencias entre su supuesto discurso de centro y el de los populares. El portavoz parlamentario de Ciudadanos es capaz de ser más antisocialista que los de Vox o PP. Vox también ha movido ficha; desplaza a su portavoz Alejandro Hernández, más conocido que Macarena Olona y de similar valoración. Buscan mayor rudeza y hacen sitio a su candidata.

Pedro Sánchez tiene síndrome de abstinencia. La altanería del presidente se alimenta de triunfos con porcentajes del 28% en elecciones generales o del 23% en Cataluña. Ahora ha de encajar el 45% de una desconocida hasta hace poco, que arrasa con un discurso antisanchista. Sorprende que fuese el propio Sánchez quien puso en órbita a Ayuso hace siete meses en la cumbre de las banderas, quizá para ningunear a Casado. Necesitado de curarse de la debacle madrileña, el jefe del PSOE intenta una victoria en Andalucía que reponga su autoestima. Lo hará contra Susana Díaz, en las primarias socialistas de junio, apadrinando al alcalde de Sevilla Juan Espadas. Curioso este método de elección por primarias en el que se supone que elige el militante, pero en el que no se puede prosperar sin padrino ni votar sin consigna. El propio Sánchez nunca habría ganado a Madina en 2014 sin el madrinazgo de Díaz, con compromisos que traicionó de inmediato.

Errejón, con la euforia del gran resultado de +Madrid, se lanzó al ruedo andaluz como un espontáneo despistado, dispuesto a concurrir a las autonómicas con Kichi y Teresa Rodríguez. Ligereza corregida por su organización andaluza de inmediato. La trasversalidad de su moderno ecologismo se contradice con el populismo anticapitalista exaltado y folklórico de la pareja gaditana y sus socios; los nuevos verdes y los nuevos trotskistas no casan. Faltan por reaccionar los de Unidas Podemos, desorientados y sin liderazgo. Salvo ellos, el seísmo de Madrid lo ha sentido toda Andalucía. Haya o no adelanto electoral, todo el mundo se prepara, y Moreno Bonilla coge carrerilla.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios