Desde mi córner

Luis Carlos Peris

...y nueve años después, Barça-Sevilla

CÓMO vuela el tiempo. Han pasado muchas cosas en estos nueve años y parece que fue ayer cuando el Sevilla comparecía en el Luis II monegasco como un mero invitado de piedra. Iba a enfrentarse a aquel Barcelona preguardiolesco que manejaba Frank Rijkaard y lideraba Ronaldinho. La de cosas que han pasado desde entonces, no todas buenas, alguna tan triste como la muerte de Puerta, pero con una tremenda cosecha de plata.

Como en aquella noche de viernes junto al Casino, el Sevilla aparece como víctima propiciatoria de un Barça más fuerte que aquél. Ni siquiera las inoportunas paperas de Neymar menguan el cartel de favorito con el que se planta el Barça en la cita georgiana, pero este Sevilla, del que dicen que nunca se rinde, no es un cualquiera. Ha dicho Castro, el presidente, que los que lleven este escudo, el del Sevilla, morirán por él y no seré yo el que dude de sentencia tan contundente.

Ocurre que la cacareada ausencia de Neymar se contrapesa con las que una inoportuna cena ha ocasionado en el nido blanco. Junto a ésas, las de Pareja y Carriço, se antojan de un peso específico considerable en el potencial blanco. Es la cuarta Supercopa de Europa que libra el Sevilla y sólo esa marca habla bien a las claras de los fundamentos de este Sevilla babelizado, fuerte y tremendamente competitivo a través de los noventaitantos minutos que dura cada choque.

La impresión que dio el equipo de Unai el sábado junto al Partenón ha dejado muchas dudas, pero de lo que nadie duda es de que este Sevilla que acostumbra a jugar finales para ganarlas será muy distinto cuando esta noche ordene el escocés William Collum zafarrancho de combate. Es otra final para el engrandecimiento de una historia reactivada desde aquel zurdazo de Puerta cierto jueves de Feria. Han pasado nueve años y muchas cosas, pero parece que fue ayer.

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