Víctor Pérez Escolano

La antigua Jefatura de Policía es patrimonio

El autor cree "suicida" abominar de lo que no entendemos o no nos gusta

LA controversia suscitada acerca de la conservación/destrucción del edificio de la plaza de la Concordia, antigua Jefatura Superior de Policía, es una oportunidad pedagógica acerca de los valores patrimoniales contemporáneos. Se trata de una obra amparada patrimonialmente tanto por el catálogo municipal vigente como por el catálogo general de la Junta de Andalucía (BOJA 19/12/2007). Una estima extensiva a un importante conjunto de obras de arquitectura contemporánea de Andalucía, de España y de la Humanidad. En la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco figuran más de tres decenas de obras de patrimonio moderno a partir de que en 1984 se inscribieron diversas obras de Gaudí. Treinta años después le acompañan, por ejemplo, las sedes de la Bauhaus de Weimar y Dessau, Brasilia, los campus universitarios de Caracas y Ciudad de México, la Ciudad Blanca de Tel Aviv, varios barrios de vivienda social de Berlín, la Ópera de Sidney o la Fábrica Van Nelle de Rotterdam.

Se da con frecuencia que alguien siente placer por el buen cine, como ejemplo de creación contemporánea, y esté cerrado a apreciar la arquitectura coetánea, o ser un buen lector de novela de autores actuales, y no pisar una galería de arte. Más grave es cuando se adoctrina contra el conjunto de la producción de todo un periodo, como sucedió desde el academicismo neoclásico contra la exuberancia barroca, que condujo a la destrucción de numerosos retablos andaluces.

Todo periodo de la historia contribuye a caracterizar el ambiente heredado. Si algo deberíamos no olvidar en Andalucía, con tantas contribuciones valiosas de sucesivas culturas, es que la identidad patrimonial de cualquier ciudad se fundamenta en la vitalidad en cada fase de su historia. Es suicida querer cerrarnos a la innovación y abominar de lo que no entendemos o no nos gusta. La salvaguarda de lo heredado es compatible con el progreso que incrementa lo que dejaremos en herencia.

Las plazas del Duque y de la Concordia son ejemplo de un urbanismo ignorante y destructor. El declinar histórico de la casa de Medina Sidonia, la principal de las asentadas en Sevilla hasta su caída en desgracia, se manifiesta en el olvido y la desaparición de su memoria. Como el surgimiento de la plaza de la Concordia, nombre dado por la primera corporación municipal democrática a la que se había rotulado como 18 de julio, contribuyó a borrar de la morfología de Sevilla otra de las importantes huellas jesuíticas. Al libro aquel de la destrucciones de las "hordas marxistas" debió sucederle otro mas voluminoso sobre la actuación de las "hordas franquistas y capitalistas".

Pero la economía urbana liberal especulativa, signo de los tiempos, también forma parte de nuestra historia, y debemos ser capaces de discernir, reconocer los testimonios valiosos de aquel largo periodo y de su evolución interna. El franquismo, con la exigencia de los Estados Unidos, vivió una mutación desde finales de los años cincuenta. Los gobiernos tecnocráticos favorecieron una adaptación a la realidad occidental, también cultural, aunque el régimen siguiese oprimiendo las libertades políticas. Es por ello que el edificio de la Jefatura de Policía de Ramón Montserrat, debería ser rehabilitado, como lo ha sido el Gobierno Civil de Tarragona de Alejandro de la Sota. Son patrimonio.

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