DECÍAMOS antier que había que erradicar de los estadios esa lacra que representan los violento del grupo ultra que cada club padece y hoy vamos a referirnos a otra lacra de las muchas que soporta el fútbol. Es la de los representantes, intermediarios o como se les quiera llamar, pues en su noble afán de beneficiar al representado, resulta que son ellos los más cómodamente beneficiados a la par que esquilman o tratan de esquilmar a los clubes. Viene al caso por lo que ha dicho recientemente el representante de Salva Sevilla respecto al presunto cambio de actitud del Betis sobre el futuro del citado jugador.

Cada cambio de camiseta, comisión al canto para el apoderado, de ahí el enfado del citado ciudadano al denunciar que el Betis ya no deja que el futbolista se vaya de rositas a su nuevo destino, que no es otro que el de volver a trabajar a las órdenes de Manolo Jiménez, su entrenador en el pasado, justamente cuando estaba en el filial del Sevilla. Dice el apoderado de marras que el Betis perjudica al futbolista por querer cobrar algo de traspaso, lo que seguramente será motivado por la idea de no perjudicarse a sí mismo. Sobre todo cuando comprueba que nadie le regala nada, que todos quieren alguna contraprestación a la hora de desprenderse de alguien.

Siempre sostuve que una de las sangrías más caudalosas viene por la voracidad de los representantes. Éstos, cuando uno de sus pupilos explota, no cejan en apretar las clavijas al club y rara es la estrella que cumple su contrato sin ser renovado antes de tiempo. Otra cosa es si el futbolista rompe en inutilidad, pues por ahí no hay presión ninguna y todos de Belinda para que el club se lo coma con patatas. Dice que el cambio de actitud del Betis perjudica a Salva Sevilla en vez de decir que ese cambio de actitud viene dado por el interés del propio club en no perjudicarse a sí mismo y que si hay algún perjudicado es el representante al ver cómo vuela otra comisión, una más.