Tribuna Económica

gumersindo / Ruiz

L as medidas excepcionales del BCE

EL Banco Central Europeo ha reaccionado de manera inédita ante la situación de la economía, lo que de entrada nos dice que la recuperación está peor de lo que parece. Con la justificación de que el crecimiento de los precios al consumo está muy por debajo del 2%, que es el objetivo del Banco, y su responsabilidad, se persiguen dos cosas: una, que la actividad económica se recupere y ello se muestre en una cierta elevación de los precios; y que el crédito vaya directamente a las pequeñas y medianas empresas. Para ello se toman cuatro bloques de medidas.

La primera es una reducción de los tipos de interés, de manera que las operaciones de préstamos a los bancos se sitúan en el entorno del 0,4%, y las de refinanciación en el 0,15% (antes 0,25); además, se penalizan los depósitos y reservas de los bancos en el Banco Central, pasando del 0 al -0,10%. La segunda medida es un crédito estimado en 400.000 millones de euros, pero sin límite, para financiar a los bancos, a tipos muy bajos y por cuatro años, para que puedan prestar a las empresas y familias. Pero queda excluida la compra de viviendas, así como financiar al sector público.

En tercer lugar, el Banco está preparando un mecanismo para comprar bonos privados emitidos por fondos que, a su vez, compren préstamos a las entidades financieras, tal como se viene haciendo desde hace años en Estados Unidos. Estas operaciones han de ser simples; reales, sobre préstamos efectivamente concedidos; y transparentes, con información clara, identificando los préstamos uno a uno. Y, por último, se prolonga la forma en que se proporciona liquidez habitual a los bancos, de forma abundante, barata y sin sobresaltos en los tipos, para evitar movimientos no deseables en los mercados.

En suma, las consecuencias de estas medidas deberían ser mantener bajos los tipos de interés por tiempo indefinido y largo, lo que repercute muy favorablemente en las hipotecas; y proporcionar financiación al sistema crediticio en unas condiciones excepcionales, pero vinculadas ahora a que se den préstamos a las empresas. La otra cara de la moneda es la baja rentabilidad que perciben los ahorradores, que han de conformarse con tipos insignificantes o asumir el riesgo de la bolsa u otros títulos con riesgo.

A la pregunta de un periodista irlandés sobre el crecimiento de los partidos antieuropeos en las recientes elecciones al Parlamento, y si se ha llegado a esta situación por una débil respuesta del Banco Central, y un agotamiento de las políticas de austeridad, Mario Draghi responde que, efectivamente, es un motivo para la reflexión la situación actual de la economía europea. Queda la impresión de que el Banco se había preocupado de salvar a las entidades de crédito y a la deuda pública de los gobiernos, como salvó nuestra deuda en agosto de 2012, y que ahora, apoyándose en ellos, quiere impulsar el crédito y el crecimiento.

Quizás sea el comienzo de un cambio sustancial en la política económica de la Unión Europea, hacia medidas que favorezcan directamente la capitalización de las empresas, la inversión, y la generación directa de empleo.

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