El Gobierno central ha enterrado el proyecto de los túneles de la SE-40 y finalmente, tras varios lustros mareando la perdiz, ha anunciado que levantará un enorme puente sobre el Guadalquivir. Las críticas no se han hecho esperar, sobre todo por parte del PP, y es hasta lógico. Pero no conviene perder de vista que lo realmente importante es que Sevilla resuelva este trazado definitivo, tan necesario y esencial. Ahora sólo cabe exigir que se cumplan los plazos y que el puente sea una realidad, tal y como ha previsto el Gobierno, en 2028. Eso sí que sería una auténtica revolución.
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