EL gobierno municipal ha acometido esta semana una reforma parcial del recorrido de los autobuses de Tussam que acceden al centro de Sevilla. La medida, anunciada hace una semana por el ejecutivo de Zoido, implica la ampliación de las dos líneas que conectan los barrios periféricos de Sevilla Este y Polígono Sur desde la plaza Ponce de León, donde está situada la estación terminal de Tussam en el este del casco histórico, hasta el Duque. Apenas un kilómetro de distancia. Dada la escasísima entidad de la medida en términos de movilidad urbana, no cabe sino concluir que tal iniciativa parece ser consecuencia sobrevenida de un problema que, desde que se derogó el Plan Centro, no ha hecho más que agravarse: la invasión de vehículos privados en algunas de las zonas más sensibles de la ciudad. El PP levantó en su día las restricciones a la circulación impuestas por el anterior gobierno local, después anunció la reinstauración de la zona azul y, por último, (aspecto significativo) ha hecho una tímida reforma de la red de transporte público. Es evidente que la nueva situación obligaba a una modificación en profundidad de los servicios de Tussam, aunque en otro sentido. Precisamente el Plan General de Sevilla plantea una opción distinta: servicios de lanzadera de media distancia para las zonas urbanas más próximas al corazón de Sevilla. El problema del centro, según el PGOU, no está en la periferia, sino en las áreas limítrofes al conjunto histórico. El gobierno local, sin embargo, ni siquiera ha tenido en consideración esta propuesta, optando -al igual que en su momento hizo el ejecutivo de Monteseirín- por medidas parciales sin enmarcarlas en un programa global de circulación. El traslado de las paradas terminales incrementa la densidad de la circulación en el Duque, zona que está llamada (precisamente por su intensidad comercial) a funcionar como un área libre de vehículos. Urge que el Ayuntamiento aborde con consenso y sin más dilación un programa serio de ordenación del tráfico en el centro de la ciudad.