Explosión de vida como calificativo idóneo para ese ir y venir de gente, auténticas riadas humanas, que se registra en este último puente del año. Explosión de vida con banda sonora incluida, pues donde no sonaban villancicos allá que iba a una banda de cornetas y tambores para lanzar sus estruendos entre las vaharadas que emergían del asador de castañas. Mediodías rutilantes y noches con atascos peatonales en esas vías tan concurridas y con otra banda sonora, la de esas numerosas maletas rodantes que ya está incorporada sea ora puente ora día laborable. Ese ruido de las maletas rodantes se hace rumor a veces estridente, mayormente por el centro, tan peatonalizado. Los grupos de guiris con sus maletas rodantes están ya instalados en el paisaje de la ciudad, no sólo en este puente tan largo, tan lleno de vida, tan singular para un tiempo como el que padecemos.
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