Saber perder es una de las mejores cualidades que el hombre, también la mujer, debe poseer. Saber perder es sinónimo de buen talante y también de buena educación. Saber perder es perder como perdió Rajoy aquella moción de censura que lo echó de la Moncloa y seguramente influiría en aquella postura tener dónde ir al día siguiente. Saber perder lustra la figura y lo contrario es dejar demasiado al aire las costuras del alma. Y esas costuras están quedando al descubierto en demasiados políticos andaluces que han visto lo que nunca pensaron que podía ocurrir. La derrota andaluza del socialismo está mostrando demasiados cabreos, demasiadas intemperancias que dejan al descubierto el desaforado apego al cargo. Posiblemente esté justificado en algunos por la absoluta creencia de no saber dónde ir mañana tras la dolorosa comprobación de que la mamela caducó.
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