Se nota demasiado la falta de estructura en un partido bisoño como Vox. La cosa no iría a más en muchas ocasiones si no fuera por el exceso de carácter de algunos de sus dirigentes, que actúan sin pretenderlo como caja de resonancia de cierta desorganización interna. En política hay cosas perdonables, como la ambición, y otras imperdonables, como la torpeza. Vox es un partido con éxito que en ocasiones parece una jaula de grillos. Al carecer de esa estructura y de la experiencia de los años de los grandes partidos, en ocasiones da la impresión de irse al traste. Al menos en Sevila.
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