LA palabra innovación es la que más incluyen en sus discursos los políticos que gobiernan y los empresarios que manejan a sus colegas. Recomendación de facto a los asesores que los escriben y remachan desde el teclado la mitología de lo políticamente correcto. Vocalizar la innovación debería tener la misma fuerza que el ¡Ábrete, Sésamo! Pero algo falla, porque no se vislumbra la innovación que les innove del cargo. Canal Sur TV se suma a la pose innovadora (que todo cambie para que nada cambie) trasladando de la sobremesa a la sobrecena el culebrón Ángel rebelde. Pablo Carrasco, nuevo director general de la RTVA, quiere complacer al innecesario Consejo Audiovisual: que una serie con personajes de excesiva fogosidad no se emita en horario infantil. El remedio es contraproducente: pasa a las 22:00, el prime time, cuando las familias consumen más televisión. Esto no es angelical. Es una maldición.

Una televisión pública no tiene la más mínima necesidad de dedicar su mejor horario a estos contenidos para retener y embaucar a las franjas de población que clienteliza Canal Sur. Ángel rebelde le va como anillo al dedo a las privadas morbosas. Quien la lanza a nivel internacional es la cadena norteamericana Univisión, que apoya estas producciones para darle carnaza a los hispanos de Estados Unidos. A la hora de entretener al personal, desde el pirulí autonómico se olvida el discurso del colonialismo mediático y se elige lo mismo que una multinacional yanqui.

Tan hipócrita es el cambio de horario que presuntamente se retira de la vista de los niños "una serie que puede ser perjudicial para su formación en temas como la igualdad de género". ¿Y los adultos que no tienen clara tal igualdad? ¿Les favorecemos desde Canal Sur que en el sofá y la mesa camilla se reafirmen en valores trasnochados y peligrosos para el desarrollo en libertad de la mujer? Hemos pasado del Andaluces, levantaos al Andaluzas con la pata quebrada. Qué innovación.