La ciudad y los días

carlos / colón

La ciudad del Gran Poder

COMO si se tratara de un desafío a la fidelidad de los hermanos y los devotos, la Hermandad del Gran Poder planta su quinario y su besamanos en las fechas más inoportunas o complicadas: durante la Navidad y la Semana Santa. El quinario se celebra estos días por razón litúrgica de Epifanía. De acuerdo. Pero, ¿y el besamanos? Nadie ni nada les obliga a ubicarlo desde el Domingo de Ramos al Martes Santo, cuando todo el mundo que vive la Semana Santa tiene el corazón, la memoria y los sentidos puestos en otras cosas. Veinticuatro cofradías en las calles… Y la Hermandad del Gran Poder empeñada en exponer al Señor en besamanos precisamente esos tres días: total quietud y absoluto silencio sólo rozado por los suspiros y el leve rumor de las oraciones, de una parte; y de otra bullas, mecidas, músicas, túnicas, pasos. ¿Están locos? Parece que no. Cuando Dios se echa a las calles de Sevilla, Sevilla se echa a Dios en San Lorenzo. Literalmente se arroja a Él, se tira a Él, se entrega a Él y se ensimisma en Él. Por muchos pasos que haya en la calle y por gloriosa que sea la primavera, la cola sale de la Basílica, cruza la plaza, dobla por El Sardinero y se extiende por Conde de Barajas.

¿Y el quinario? Arrancar la noche cansada del 1 de enero, en la que todo invita a quedarse en casa. Sortear los últimos días de las Navidades. Enfrentarse el cinco a la mismísima Cabalgata, como si esta hermandad estuviera empeñada en llamarnos a San Lorenzo siempre que algo grande se celebra en las calles de Sevilla. Y rematar plantando la Función Principal de Instituto en la noche triste del día de Reyes. Pero no importa. Las quietas llamas de los cirios del altar de quinario vencen al frío y a la noche. La llamada vence a la pereza o a otros reclamos. La Basílica se llena de hermanos y devotos. Los hermanos y los devotos se llenan allí de Dios. Ese hombre que camina es la más cierta representación del Mesías de Israel que haya nacido de mano humana. ¿Cómo no estar allí? No hay hogar más acogedor que su presencia. La Basílica del Gran Poder es la casa de Dios en medio de los hombres.

Quinario en navidades. Besamanos en Semana Santa. ¿Quién que no estuviera tan seguro del gran poder de este Señor se atrevería a hacerlo? No cabe duda. Éste es el Señor de Sevilla y ésta es la ciudad del Gran Poder. Empezó el quinario: Ecce advenit Dominator Dominus; et regnum in manu ejus et potestas et imperium.

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