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antonio montero alcaide

Escritor

Por la ciudad de la gracia

La ciudad de la gracia no es la de los graciosos, ni aquella, la gracia, propia de la ocurrencia risueña

Sin necesidad de análisis sintácticos -ay de los árboles de las oraciones-, que baste con un complemento circunstancial, "por la ciudad", y otro preposicional, "de la gracia", para reconocer la acción a que se aplica, "divagando", dice no poco del título de una obra, Divagando por la Ciudad de la Gracia, y de su autor, el jurista y escritor sevillano José María Izquierdo y Martínez, que falleció a los treinta y cinco años, en 1922. Señalado ateneísta, a él se debe la creación y organización de la primera cabalgata de Reyes Magos de Sevilla, el 5 de enero de 1918. Pero, a pesar de su pronta muerte, fueron muchas otras sus obras y compromisos, adscrito al regionalismo transformador, auspiciado por Blas Infante, y al "patriotismo ciudadano". Afirmaba, por ello, que "la ciudad es la síntesis de la patria", con fundamentos seguramente sostenidos en las teorías sobre las ciudades que formuló el noventayochismo, primero, y la generación de 1914 o novecentistas, después. Sus colaboraciones en la prensa local fueron habituales, con artículos en El Noticiero Sevillano, El Liberal y, sobre todo, en El Correo de Andalucía, que firmaba con distintos pseudónimos. Uno de ellos, el de Jacinto Ilusión, también aparece en Divagando por la Ciudad de la Gracia, obra publicada en 1914.

Presenta Izquierdo sus divagaciones "por el orden de las estaciones en que su alma se sintió conmovida por la gracia ciudadana", y a la primavera de 1909 corresponde una divagación sobre "El decoro estético… y el ético". Ciertamente, la ciudad de la gracia no era la de los graciosos. Ni aquella, la gracia, el producto, más bien chisposo, de bromas ocurrentes o de ingenioso humor. Categorías menores y alicortas, cuando no contrarias, a la estética y la extética: "¿Qué no diremos de Sevilla, que hemos llamado la ciudad de la gracia, es decir, la ciudad estética y extética por excelencia?". Se entiende mejor esta partida de bautismo con una cita, que Izquierdo reúne en el capítulo inicial, de Manuel Sánchez de Castro, poeta y catedrático de la Universidad de Sevilla, con especial inclinación por cuestiones estéticas. Denomina, por ello, como "Extética", la "ciencia del éxtasis". La ciencia, al cabo, "de las cosas que sugestionan, que encantan, que atraen, que arrastran o transportan al espíritu…". Y, como categorías estéticas, establece la belleza y la gracia. Si bien, la que extasía es la gracia, manifestada en el arte, porque "en la idea de gracia está ya indicado el éxtasis". Izquierdo, como consecuencia, sostiene que trabajar por el embellecimiento de una ciudad es hacerlo asimismo por su prosperidad económica y por su mejoramiento ético.

Y si el autor pudiera continuar las divagaciones por su ciudad en este otoño incipiente, acaso habría de cavilar sobre la antítesis de la gracia, en oposición de tan alta naturaleza y alcance, no se sabe bien si tenida la desgracia como coyuntura de los días o estado de las cosas ajeno al éxtasis de la gracia. Eugenio d'Ors llamó a Izquierdo "gran sevillano taciturno" y razones tendría para manifestarse así, incluso ante el arrobo de la gracia sevillana.

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