Y la ciudad volvió a fallar por la lluvia

Es cierto que el chaparrón fue histórico, pero fallaron demasiadas cosas. Urge prepararse para este tipo de fenómenos

Un paso subterráneo inundado.
Un paso subterráneo inundado.

30 de octubre 2025 - 04:00

ALCANTARILLAS rebosantes, charcos por los que podría navegar el mismísimo Magallanes, el tranvía y el Metro cortados, taxis y autobuses desaparecidos, las universidades cerradas cuando ya no había peligro, falta de información municipal, comercios chapados a deshoras, semáforos apagados, atascos kilométricos, sinfonías de cláxones, retrasos en el Aeropuerto, trabajadores atrapados, barrios inundados... Sevilla volvió ayer a fallar estrepitosamente por el temporal que azotó a la ciudad por la mañana, 115 litros por metro cuadrado, según Emasesa. La excusa ya está botando en el área para que algún político la empuje hasta la red: son lluvias fuera de toda norma para las que ninguna ciudad puede estar preparada. Falso de toda falsedad. Desde que uno es alevín recuerda los oceánicos chaparrones de otoño sobre la Muy Mariana. A esto hay que añadir que todos los modelos meteorológicos llevan años avisando de que este tipo de fenómenos serán cada vez más extremos, bien a las duras como a las maduras, en los diluvios como en las sequías. Es el tan traído y llevado cambio climático, que unos niegan y otros convierten en religión.

Nadie duda de que el principal problema de Sevilla en este contexto de calentamiento global es el calor. Es por eso que la conciencia ciudadana está más centrada en las altas temperaturas y las sequías que en otras amenazas climáticas. La prueba es que en los últimos tiempos no ha parado de crecer la sensibilidad a favor de los árboles y la creación de zonas de sombra, provocando incluso algunos excesos de todos conocidos. La lluvia en Sevilla, además de una maravilla, es un problema secundario y menor. No somos Valencia. Pero eso no significa que no tengamos preparada la ciudad para este tipo de circunstancias. Ayer quedó claro que hay que mejorar la capacidad de la ciudad para encajar chaparrones: construir más tanques de tormentas, insistir en la limpieza del alcantarillado, mejorar la comunicación de las incidencias con los medios de comunicación y los ciudadanos (ayer hubo momentos en que no sabíamos qué medios de transportes públicos estaban interrumpidos). Es evidente que con las lluvias de este miércoles era imposible que Sevilla funcionase como si luciese un tibio sol otoñal, pero también que el caos fue muy superior al aceptable.

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