Desde mi córner

Luis Carlos Peris

El comodín lo lleva Chaparro

En la surrealista partida que libran técnico y Lopera, el trianero sabe que tiene mejores cartas que los rivales

CHAPARRO tiene el comodín en la mano y seguro estoy de que no va a dilapidar tamaño capital en la partida que se está librando. Partida, aun repetida, difícil de calificar porque a veces no se sabe quién es el amigo y quién el enemigo. Partida en la que se producen desajustes como el que perpetró León la otra tarde y del que pronto iba a arrepentirse. Partida en la que el que da las cartas y pone el tapete sólo se pronuncia para minusvalorar los méritos indudables del trianero y muy bético entrenador que tanto bien ha hecho por el Betis desde que hace una vuelta justa le dieron las riendas del primer equipo.

Pero en esta partida tan surrealista, Lopera sabe que aunque las cartas las da él, el comodín ha ido a parar a las manos del entrenador. Y con el comodín en la mano hay que ser muy torpe para perder la partida. Y Chaparro no es, precisamente, torpe y seguro que va a rematar la partida sin meter la pata. De hecho está librándola con una frialdad indiscutible, con la seguridad de un profesional de la baraja, de un tahúr acostumbrado a jugar con el comodín en manos rivales, conque a ver quién le tose ahora que lo tiene él. Además, como torpe no es, ha aprendido de la partida que libró algún antecesor ante los mismos rivales para no repetirla y llevar el agua a su molino.

Sabe tan bien tan competente trianero y bético que la partida no ha hecho más que empezar y que son tan buenas las cartas que su trabajo le han deparado que anda a lo suyo, a procurar en el laboratorio diario que Capi sea mejor, que Ricardo no se crea indispensable, que Juanito vuelva a ser quien era, que Melli confíe en sí mismo o que no se eche en falta a gente tan principal como Edu y Mark González. Va a lo suyo, no entra al trapo de inconveniencias más o menos dictadas y, además, sabe que levantarse de la mesa y decirle a esos rivales que debieran ser sus amigos "ahí os quedáis, que ya estoy yo en mi casa" no es ni mucho menos descartable. Silencio, se juega.

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