Algunos hosteleros se quejan con amargura de las estampas que se contemplan cada tarde en espacios abiertos como la Plaza Nueva o la Plaza de la Concordia: decenas de niños que juegan, mezclándose entre ellos sin restricciones algunas, mientras los corrillos de padres se forman alrededor. El esfuerzo, dicen en sus mensajes, debe ser de todos: los negocios, las escuelas, los padres con los menores a su cargo, etcétera. A veces es difícil mantener a un crío en casa muchas horas, pero es cierto que hay situaciones que pueden indignar a los sectores más castigados.
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