La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

La convivencia entre sevillanos y turistas en Semana Santa

La esperanza es que haya una armonía como en esos negocios que combinan un 60% de turistas y un 40% de sevillanos Público 'bordillero' en la Semana Santa Cedan el paso por puro egoísmo

Turistas en en el Puente de Triana.

Turistas en en el Puente de Triana. / Juan Carlos Vázquez (Sevilla)

La esperanza de que se mantengan los negocios de siempre en un mundo globalizado es que combinen en armonía la clientela local con la turística, ese equilibrio del 60% de un perfil y el 40% del otro. Hay establecimientos que lo consiguen y son un modelo de éxito. Otros sucumben con un 90% de forasteros y no hay sevillano que entre en ellos, salvo por error. Incluso despreciamos ciertos negocios al aludir a que son para "turistas". Esta Semana Santa se oyen y leen muchas críticas al aumento de un público turístico que no se sabe mover por las calles. No estamos ya ante el caso de un negocio, sino de una fiesta principal con acceso libre, que se celebra en gran parte del mapa urbano y que es gratuita salvo que usted se decida a salir de nazareno o a comer a mesa y mantel y otros posibles gastos. La Semana Santa es bastante más barata que la Feria. O, cuando menos, se puede disfrutar sin necesidad de gastar mucho, salvo que llueva barro o se suspenda en caso de pandemia. Muchos extranjeros se han interesado por nuestra Semana Santa y, además, han realizado importantes aportaciones como los imprescindibles textos de Peyré. En lo poco que hemos podido ver este año hemos presenciado estampas censurables, pero como las hemos sufrido de muchos sevillanos. Las diferencias no han sido muy profundas, no nos engañemos. Tenemos que convivir, pero será más difícil si el comportamiento de los de aquí no es precisamente ejemplar y, por lo tanto, no tiene un efecto didáctico. Todavía hay ilusos que creen que el turista es tonto y se le puede endilgar una croqueta como pavía de bacalao. Hace años que el turista acude al destino con todo tasado, previsto y estudiado. Por eso, ente otras causas, nos invaden y expulsan poco a poco, en un proceso lento pero evidente. Nosotros nos retiramos y, eso sí, hacemos negocio si podemos: la casa de los abuelos del centro se convierten en apartamentos o se vende la parcela para un hotelito si la ficha del PGOU lo permite. ¿Todavía hay sevillanos que no se han enterado de la razón verdadera por la que se amplió la Feria? Los turistas tienen ya hasta su caseta. Ha habido momentos esta Semana Santa en los que uno iba revestido de nazareno y se sentía un extraño por la calle. ¿Por qué? Porque la inmensa mayoría de los transeúntes eran turistas en grupos masivos o jóvenes Erasmus, como ocurrió en la tarde del Martes Santo en los Jardines de Murillo. Como ocurrirá el domingo posterior al de Resurrección con la preciosa procesión de impedidos de la Sacramental del Sagrario, que recorre el entorno de la Catedral entre viajeros que abandonan las habitaciones a las doce del mediodía. Nuestra esperanza es un 60% y un 40%. Y que no falten croquetas ni pavías. 

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