La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

Cita en el puente con los recuerdos

Viene la cofradía y van todos con ella, como cada Miércoles Santo que nos reencontramos con quienes formaron parte de las mejores Semanas Santas Cedan el paso, sean amables La tertulia con Víctor García Rayo

El Cristo de la Salud en el Puente de San Bernardo.

El Cristo de la Salud en el Puente de San Bernardo. / Juan Carlos Muñoz (Sevilla)

Vienen por el puente el nazareno y su padre en el tramo de la memoria donde forman de dos en dos desde tiempo inmemorial tantos de aquellos penitentes de túnicas gastadas, estandartes deshilachados y varas sin adornos, tantos de los que rezaron a las imágenes cuando las flores de talco y los costaleros de ropas viejas, olores fuertes del muelle y fotos en sepia de esquinas cuarteadas, tantos de los que vivieron en corrales y estancias de techos altos, de aquellas casas de vecinos con bares desangelados en la planta baja. Vienen el nazareno y su padre a la búsqueda de la sombra fresca de Santa María la Blanca. Despacito, serenos, sin hacer tertulia. El padre de riguroso traje,  gafas de sol y con un pañuelo elegante por sencillo en el bolsillo alto de la chaqueta. Acompaña al nazareno con sigilo, casi nadie se da cuenta. Con esa naturalidad discreta de los buenos sevillanos. Vienen Fernando padre y Fernando hijo. Abriendo el cortejo, cuerpo inconfundible, guantes negros y alto capirote, ya pasó Palomino junto al fiscal de cruz. Se le vio el rostro cansado hasta con el antifaz puesto. Esas noches interminables de cuaresma, esa hiperactividad y ese don de la ubicuidad... En lo alto del puente está José Ignacio con el traje de chaqueta cruzado. Siempre acompaña al Cristo de la Salud en la bajada hasta que se aproxima a San Nicolás. Soldados de artillería, claveles rojos con lirios salpicados, altos candelabros, tronchada la cabeza del Señor dormido, fina cornetería...

Por el puente vienen siempre los amigos con los que nos reencontramos los Miércoles Santos. Y con ellos las secuencias de la película de nuestra propia vida. La memoria funde las Semanas Santas, los recuerdos, las confesiones, las alegrías, los desacuerdos... Y al final queda el dulce sabor de la fragancia del incienso que se quemó el día anterior. Vienen por el puente tantas personas queridas que es un día feliz, hermoso, de júbilo y reconfortante. Una memoria grata porque todos van en la cofradía. Porque no se entiende la cofradía sin ellos. Porque ves la cofradía y los ves a todos ellos. Sientes que están, sabes lo que decía cada uno en cada momento, cómo les gustaba ser saludados o respetados en su soledad escogida. Fernando Carrasco padre junto al nazareno Fernando hijo, José Ignacio Jiménez Esquivias y el maestro Manuel Palomino. Todos están en el rostro del Cristo de la Salud en un día como hoy porque ellos quisieron que así fuera. Así lo respetamos, así lo recordamos y así rezamos por ellos. 

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