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HABLAMOS de la otra crisis. La crisis pisquiátrica de Raquel Mosquera. Fue curioso cómo la rotularon en el programa Tal cual lo contamos de Antena 3, que presenta Cristina Lasvignes. Crisis pisquiátrica. Ingresa en la UCI de un hospital madrileño por una crisis pisquiátrica. Y los contertulios contradiciendo la versión que contaba, en riguroso directo, la reportera a las puertas del hospital. La susodicha reportera, ceño fruncido, como si diese una noticia de alcance, argumentaba que Toni Anipke no había sido admitido en el hospital, y que en la cafetería se había improvisado una reunión entre los familiares de la peluquera con momentos muy tenso. En eso que Ángela Portero, con gesto muy rotundo, decía que a ella le estaban viniendo informaciones muy fiables acerca de una versión contraria.

Cualquier Gerard Imbert de turno podría disertar sobre el transformismo televisivo. Cualquier teórico podría escribir muchos folios acerca de las tangencias entre la realidad y la ficción, la ficcionalización de algunos episodios de la realidad (la de Raquel Mosquera es una subtrama del personaje Rocío Jurado, un spin off tan rentable como lo fue Aída), la espectacularización de la realidad misma, la conversión de algunos famosos en objetos de culto.

Por hablar, se podría hablar mucho de todo eso, y articularlo de forma más o menos retórica. Pero también se puede expresar de un modo bastante más simple. La televisión ha sido presa de una extraña endogamia. Hay unos cuantos personajes, unos cuantos aludidos, y otros tantos depredadores. Entre ellos se lo guisan y se lo comen. A quienes no les interese el menú, ya saben qué tienen qué hacer. Los espectadores a quienes no les inquiete lo más mínimo la crisis pisquiátrica, hoy por hoy, están de más en esta tele.

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