Desde el fénix

José Ramón Del Río

La crisis

EL Gobierno y su presidente empezaron por negar la mayor: no había crisis; si acaso, una ligera recesión, es decir, que ya no crecíamos al ritmo que, según Zapatero, nos había llevado a jugar la Champions League de las economías europeas. Los síntomas de la crisis no se tomaron en cuenta ni siquiera cuando el resfriado se iba convirtiendo en pulmonía, porque -según decían- las culpas no eran nuestras sino de las hipotecas basuras americanas y de otros agentes exteriores. Incluso con la situación económica agravada, dieron a imaginarse que ya aparecían en el horizonte "brotes verdes" de esperanza y siguieron así, sin tomar medida alguna para rebajar el déficit público y para remediar los problemas estructurales de nuestra economía. Al que decía o escribía que las cosas se estaban poniendo muy mal se le llamaba mal español. En cuanto al partido de la oposición, la consigna, repetida una y mil veces, era que, con sus denuncias, lo único que pretendía era conseguir un puñado de votos, que no aportaba soluciones y que no quería llegar a acuerdo alguno. Éste se defendía diciendo que sus propuestas no habían sido oídas, que las soluciones pensadas por el Gobierno no estaban consensuadas, sino que se las presentaban como "lo tomas o lo dejas". Que con la crisis en el horizonte y pese a las advertencias negativas del entonces vicepresidente económico Pedro Solbes se habían otorgado 2.500 euros por nacimiento y 400 de rebaja en el IRPF, de forma indiscriminada y, luego, con la crisis en todo lo alto, se puso en marcha el plan E que, como exigía a los ayuntamientos para acogerse que contaran con proyectos ya redactados, aquéllos, para no perder el dinero, sacaron del cajón aquellos viejos proyectos que nunca habían acometido, por existir otras necesidades más perentorias, y así un dinero equivalente al que supone reducir el sueldo de los funcionarios o la congelación de las pensiones se ha gastado en acerados, carriles bicis y otras obras de parecida utilidad.

Todo el mundo sabe que hasta que el presidente de los EEUU y las autoridades de la UE no han impuesto a nuestro gobierno medidas de restricción del gasto lo único que había hecho el Gobierno era pedir ayuda a la oposición para salir de la crisis. Es cierto que la oposición no ha colaborado, pero también es cierto que no sabía cómo colaborar cuando nada se le proponía. Lo único acordado entre Gobierno y oposición fue "impulsar un plan de reforma de las cajas de ahorros".

Lo peor de esta crisis es que tenemos la impresión de que el país flota como un barco en aguas revueltas sin que los tripulantes sepan que maniobras deben hacer para no zozobrar.

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