En serie

Dani Rodríguez

El cruel y violento mundo de 'Oz'

16 de septiembre 2013 - 01:00

LA vida y la muerte es la doble cara de una moneda que decide el futuro de todos los presos en la Penitenciaría Oswald, la cárcel de máxima seguridad traída al mundo para rehabilitar a todos los reos. El bloque de celdas 5 o Ciudad Esmeralda es el hogar permanente de los protagonistas de Oz, una serie que con un ambiente realista y duro recrea el problema de las prisiones estadounidenses y critica la pena de muerte. Es del siglo pasado, pero un nuevo visionado (o su descubrimiento) viene bien para iniciar esta temporada intensa. La ley del más fuerte es la rutina en un lugar donde la prioridad es la supervivencia y el miedo un compañero incómodo.

Seis temporadas de Oz fueron suficientes para que la HBO se convirtiera así en albergue de obras maestras, pues la producción no solo entretiene con capítulos que evolucionan a un ritmo vertiginoso debido a la gran cantidad de personajes, sino que también denunciar los problemas de corrupción, la tensión racial, el maltrato y el aumento exponencial de presos, factores que impiden reeducarlos en estos sistemas. Oz es una creación de Tom Fontana (responsable de la policíaca Homicidio) y del cineasta Barry Levinson. Fuera pasó desapercibida en su estreno (1997) y en España se emitió en Canal +. Aún así fue aclamada por la crítica, alabanzas que le sirvieron para tener al menos dos nominaciones a los Emmy, cuando la HBO no contaba en estas galas.

Nadie está a salvo en Ciudad Esmeralda. Las alianzas entre distintas etnias, las traiciones y los crímenes son habituales en un contexto marcado por una cruda violencia, momentos de piedad y un despliegue de preocupaciones y sentimientos que hacen más humana y real la obra de Fontana. A este compendio de circunstancias se adhiere una narración asombrosa en la que Augustus Hill (Harold Perrineau) actúa como personaje recurrente para explicar mediante flashbacks la historia de cada uno de los presos y el motivo de su encarcelamiento.

Oz es una serie rica y variada, como lo son sus personajes. Un reparto poco conocido y con escasa experiencia en la pantalla pero donde destacan algunas interpretaciones magníficas, como la de Tobías Beecher (Lee Tergesen), sumado a la evolución y la metamorfosis de los protagonistas. La música, a cargo de David Darlington, ofrece unos sonidos cercanos al jazz que reflejan la decadencia.

No es el mundo mágico del mago de Ozprecisamente, pero introduce y atrapa al espectador en la complicada y peligrosa convivencia entre reclusos y guardias, con unos personajes impecables que luchan por sus intereses, perfectamente construidos y una trama narrada con dureza.

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