Las otras culebras de Sevilla

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Se quejan de la bicha aparecida en un parque de atracciones cuando tenemos el centro cargado de ejemplos del arte del culebreo

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La culebra aparecida en el parque de atracciones.
La culebra aparecida en el parque de atracciones. / M. G.

22 de mayo 2025 - 04:00

Hay titulares de prensa sencillamente inmejorables: “Una culebra se cuela en una atracción de Isla Mágica”. Hace unos días referíamos que la avifauna de esta ciudad es muy rica por la de pájaros y pájaras que pían en ella y no precisamente desde las ramas de los escasos árboles que nos dan sombra, sino a pie de acera. Isla Mágica es uno de los atractivos que se mantienen de la Sevilla posterior a la Exposición Universal. Es meramente casual que haya aparecido la culebra en una de las atracciones. El problema son las culebras que se cuelan en los actos de la Sevilla de las ocho de la tarde y en las ceremonias de los fines de semana que tienen proyección social. Hay verdaderos expertos en el arte del culebreo como para montar una cátedra en una de esas universidades privadas a las que María Jesús Montero les arrea de vez en cuando. Como hay menos vergüenza que cajeros automáticos –que ya es difícil– es práctica habitual telefonear para ser invitado a un acto en esa fundación tan cotizada, en la sede central de esa entidad bancaria principal, en ese consulado tan hermoso y suntuoso...

Las secretarias sufren como nadie las presiones no ya para que al señorito de turno le asignen el aparcamiento de Feria de primera categoría, el de pocas plazas y muy cerca de la portada, sino la invitación a esa fiesta en el barco atracado muy cerquita de la Feria, el asiento en el acto de relumbrón en el Alcázar y el cubierto en esa boda fastuosa donde hay codazos por estar, pero no termina de llegar el sobre grueso de tonalidad crema. Mejor perder la vergüenza del todo y ser proactivos. La bicha de Isla Mágica es una tierna criatura si se compara con la camada de culebras que lampan por estar donde creen que sencillamente deben estar. Una vez había tal bulla a la salida de un acto que se lo dijimos al oído a Herrera, el inminente Hijo Adoptivo de Sevilla. “Aquí hay más gente que invitados”. Y respondió: “Y eso que no hay copa de vino español”. Hay culebras que hacen el regalo de boda antes de ser invitadas, culebras que actúan por grupos para acceder a un acto al mismo tiempo, culebras que forman cuadrilla en torno a un personaje, culebras que echan al cónyuge por delante para rebajar la tensión, culebras hasta de primeras comuniones... El caso es hacer pivotar la vida en torno a la Sevilla de las ocho de la tarde y a las fiestas mayores. Pasan tanto tiempo en la calle que algunos sofás de casa no tienen una arruga. Alguno debería rellenar el casillero de la profesión de esta guisa: “Sus culebreos”. Pobre bicha de Isla Mágica. ¡Qué mala fama! Reptar, lo que se dice reptar, se ve a diario en el centro de esta bendita ciudad. Solo hay que saber mirar. Cómo se cuelan...

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