
La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Sevillanos sentados
Aestas alturas del partido el líder nacional del PP, Alberto Núñez Feijóo, se debate entre un problema que lo hace soñar y otro que le quita el sueño. El primero se llama Pedro Sánchez, que parece empeñado durante las últimas semanas en deslizarse por una deriva de errores y disparates que hace salivar a Feijóo con la perspectiva de, más temprano que tarde, conseguir su objetivo de echarlo de la Moncloa para colocarse él. A ese fin dirige todos sus movimientos, desde reventar la cumbre de presidentes autonómicos hasta convocar una concentración de masas para llamar mafioso a su rival. Y en esa estrategia tiene la ayuda pasiva de un Gobierno y un Sánchez arrinconados y que han perdido la iniciativa.
Feijóo sueña con que tiene el sillón presidencial al alcance de la mano. Pero lo hará en periodos cortos y agitados porque tiene otro problema que le quita el sueño y que también tiene nombre y apellidos. Isabel Díaz Ayuso parece empeñarla en robarle protagonismo, achicarle espacios y mantener con él un pulso poco soterrado por demostrar que es la que manda. La actuación de la presidenta de Madrid durante la conferencia de presidentes de la semana pasada o en la manifestación del domingo demuestra que Ayuso mantiene una línea firme en rumbo permanente de colisión con los intereses estratégicos del que se supone que es su líder. Con la crisis infantiloide que intentó montar a cuenta de los pinganillos o con el gesto de mala educación con la ministra de Sanidad demostró, una vez más, que, como la Dama, dama de Cecilia –los que hayan pasado la barrera de los 50 sabrán de qué y de quién hablo–, ella quiere ser la novia en la boda, la niña en el bautizo y la muerta en el entierro con tal de dejar su sello.
No es una cuestión menor en esta pugna que en la manifestación pepera del domingo fuera recibida con gritos generalizados de tú sí que vales, lo que quiere decir, ni más ni menos, que el otro vale menos. Y, ciertamente, aunque a veces haga esfuerzos notables por desprenderse del traje de persona moderada y alejada de cualquier histrionismo, esa condición aflora tan evidente como su falta de carisma. Y parece que eso disgusta a la afición madrileña.
¿En qué terminará este duelo que marca el día a día del único partido con posibilidades de gobernar España? Todavía está por ver. Si el PSOE sigue su deriva autodestructiva es muy posible que Feijóo, ya desde el Gobierno o a las puertas, remodele el partido a su imagen y semejanza. Si no es así, la presidenta de Madrid ha reunido ya suficiente fuerza para arrollarlo y sacarlo de la carretera. En el congreso de julio el PP no resolverá esta cuestión. Las cosas seguirán como están y en lo que resta de legislatura seguiremos viendo cómo desde la Puerta del Sol de Madrid se le sigue segando la hierba debajo de los pies al inquilino de la calle de Génova. Alberto Núñez Feijóo tiene motivos para dormir mal mientras se ensueña en su despacho de presidente del Gobierno. ¿Y Juanma Moreno qué piensa de esto?
También te puede interesar
Lo último