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Editorial

Los desmanes autoritarios de Pablo Iglesias

PRUEBA del pluralismo de los medios de comunicación españoles es que el crecimiento exponencial de Podemos se ha debido, entre otras razones, a la extraordinaria plataforma de lanzamiento que Pablo Iglesias ha tenido en algunas televisiones, diarios digitales y medios escritos. Ciudadanos sirve de ejemplo: el partido naranja participaba en la política catalana, su líder, Albert Rivera, se había presentado, incluso, a elecciones de ámbito nacional, pero han tenido que pasar más de cinco años para que se abriese paso en los medios de masas. No es, por tanto, Iglesias quien deba señalar la supuesta falta de pluralidad en España; de lo que se queja el líder de Podemos es, pues, de que no en todos los medios encuentra el tratamiento que él desea. Su ataque a un periodista que cubre habitualmente las actividades de su partido fue desmedido, lo citó con nombres y apellidos, lo quiso ridiculizar y denigrar ante un público universitario, que le era afín y le reía sus insultantes gracietas. Lo sucedido en la Universidad Complutense es uno de los hechos más vergonzantes en los que ha participado Iglesias, que ya nos ha acostumbrado en estos cuatro meses a sobrepasar los límites del insulto, pero también del ridículo, como si se tratase de un personaje arquetípico de esos que tanto gustan en los realities. Pero su histrionismo no es el objeto de las críticas. El asunto que nos preocupa son los tics totalitarios que emplea el líder de Podemos, el tercer partido en votos del país, y su concepción del papel de los medios de comunicación en la democracia. La libertad de información está consagrada en nuestra Constitución. Iglesias denigra a los medios que le son críticos y que sostienen líneas editoriales contrarias a sus posiciones. Preocupa, y mucho, pensar cómo actuaría este dirigente si un día llevase las riendas de un Gobierno. ¿Cómo serían sus televisiones públicas? Todo indica que sus enseñanzas bolivarianas no fueron una anécdota de juventud, por lo que hay que repasar muy bien la estrategia de acoso que empleó Hugo Chávez contra la prensa libre hasta arrinconarla en posiciones de casi supervivencia. Las disculpas de Iglesias -que encima cerró ayer el día proclamando en Pamplona que "sin personas como Arnaldo Otegi no habría paz"- no sirven porque no obedecen a un calentón en una rueda de prensa, sino que dibujan su estrategia de amedrentamiento contra periodistas ahora que comienza la campaña. Su actitud, por ejemplo, contrasta con otros dirigentes de Podemos, que reciben de modo tolerante, y democrático, las críticas que reciben. Como el resto de los partidos.

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