desde mi córner

Luis Carlos Peris

Un discurso que suena a adiós

Las declaraciones prepartido de Mel tienen mucho de testamento, de tirar la toalla y el partido anticipadamente

DÍCESE que nadie se acuerda de Santa Bárbara hasta que truena y resulta que hoy es Santa Bárbara por todo el día, ergo... Encrucijada procelosa la que aguarda al Betis en este día pamplonica, pero es que da la impresión de que el mensaje que ha lanzado su entrenador suena a despedida, a una especie de testamento para el que vaya a suplirle que no viene a cuento. Ha lanzado Pepe Mel, el gran Pepe Mel que sacó al Betis de un pozo al que puede volver, un discurso que suena a catastrofista y más que a catastrofista huele a un victimismo que no es de recibo, como si se fuese vencido de antemano a la capital navarra.

Hasta el hecho de dejar a Fabricio en casa suena a despedida, a querer un adiós con los cabales y a demostrar que tampoco se acertó con ese fichaje. Pero, bueno, cosas más extrañas sucedieron en el fútbol de toda la vida y tampoco sería la primera vez que el Betis, por siempre Real Betis Balompié, ganara en Pamplona. De todas formas no se merece el Betis este trance por el que pasa y como si ya fuese un hecho irreversible la ominosa marca de hacer un punto de treinta. El trigésimo punto aún está por dilucidarse y que el Betis vaya derrotado de antemano a un campo como el navarro no va con ese manque pierda que nada tiene que ver con tirar la toalla anticipadamente.

Es hoy Santa Bárbara en el santoral católico y no estaría de más esperar a que truene sin adelantarse a la jugada. Por lo demás no hay más remedio que sorprenderse por el proceso existencial sufrido por Pepe Mel hasta llegar a ofrecer una imagen que no se corresponde con la del vitalista que volvió a poner de moda al Real Betis Balompié. No es fácilmente digerible darse por vencido cuando tantas balas le han ido poniendo en su canana de tirador errático. Tirar de antemano el partido de hoy no creo que sea la intención de un hombre abrumado por la increíble ola de derrotas consecutivas, pero, caramba, también el discurso pudo ir por otra vía que por la del adiós.

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