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La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

La doctrina Mary Poppins

Le sentó tan bien a Zoido la cucharada de azúcar que le hizo tragar la píldora Pelli que ahora se apunta el "mérito"

Qué alcaldes tenemos! Monteseirín, además del despilfarracho (despilfarro y mamarracho) de la setas de la Encarnación, nos dejó la Torre Pelli con tanto, tanto, tanto interés por convertir Sevilla en una ciudad progresista y moderna (lo que como el mundo sabe se logra con rascacielos, adefesios ornamentales que duplican su presupuesto y tala de árboles para peatonalizar desiertos) que en junio de 2011 no dudó en volar a París, estando ya en funciones, para convencer a la Unesco de que la torre no dañaba -¡faltaría más!-- el patrimonio de la ciudad (un año antes el Comité Mundial de Patrimonio de la Unesco desaconsejó su construcción por su impacto sobre los monumentos declarados Patrimonio de la Humanidad).

Le siguió en el Ayuntamiento Zoido quien, tras criticar ferozmente la construcción de la torre desde la oposición, se la tuvo que tragar -e incluso defenderla como su antecesor ante la Unesco- porque el Ayuntamiento no podía afrontar las consecuencias económicas de su paralización ni consentir que su construcción nos situara en la lista negra del patrimonio en peligro. Al final, aplicando la doctrina Mary Poppins ("Con un poco de azúcar la píldora que os dan pasará mejor"), la torre le resultó tan respetuosa como a Monteseirín.

Después vino Espadas. Si como portavoz de la oposición había defendido que la torre "no pone en riesgo los monumentos Patrimonio de la Humanidad y es una oportunidad de desarrollo", como alcalde la reivindicó con orgullo entre los legados de los años de Monteseirín.

Pasa el tiempo. Espadas sigue siendo alcalde. Zoido es ministro. Ayer coincidieron en la inauguración de unas oficinas en la torre. Espadas no ha cambiado: "La torre es una apuesta de modernidad". Zoido, en cambio, es más flexible: "Había que proteger la declaración de Patrimonio de la Humanidad de la Unesco y velar por los intereses de los promotores de la torre… Fuimos capaces de defender ambas cosas". Hombre, y hasta una tercera si se tercia. Entre Enrique de Navarra y Groucho Marx se sitúa el hombre: el sillón de la Alcaldía bien valió una torre y "éstos son mis principios, pero si no le gustan tengo otros".

PD: Ayer decía que el Comercio y Peña eran lo que sobrevivía de la antigua Lineros y Puente y Pellón, olvidando imperdonablemente Casa Lucas, Galerías Madrid y a los Arias que abrieron comercio en esas calles en 1942 (Lineros) y 1958 (Puente y Pellón).

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