DICEN los empresarios que el mundo de las hermandades vive una nueva edad de oro. Pero esta conclusión se basa en un estudio de marcado carácter económico. El auge de las cuentas no va acompañado necesariamente por el apogeo en otros aspectos tan estrechamente relacionados con los factores que hacen que sigamos considerando la Semana Santa como una exhibición de equilibrio, mesura, buenas formas y exquisitez en lo estético. Sin obligación de ejercer de voceros del pesimismo, hay que reconocer que esta edad de oro no ha curado el exceso de procesiones fuera de temporada, la falta de un control de calidad artística en determinados exponentes de la nueva imaginería que pasa por la Campana o el dudoso de gusto de los uniformes pretendidamente historicistas de algunas bandas de música. Sólo hemos dado tres ejemplos. Podríamos seguir y dar hasta un pregón.