TIEMPO El último fin de semana de abril llega a Sevilla con lluvia

DERBI Horario y dónde ver el Betis-Sevilla

La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

Los efectos de la bulla de Navidad

La Navidad actual es la evolución del pavo al gofre, de salir de casa orinados a mearse en la calle

Entre las grandes dudas de la ciudad figura ya dónde orinar en el centro no cualquier día del año, que también, sino especialmente en las tardes de bulla callejera al reclamo de la llamada Navidad, que de Navidad, lo que se dice Navidad, tiene bien poco el ambiente del eje comercial que arranca en la Puerta de Jerez y acaba en la Plaza del Duque. El otro día recorrimos a pie este trayecto. Y lo hicimos en hora punta. Una agrupación de carnaval y el puesto de un vendedor ambulante de incienso evocaban cualquier periodo litúrgico... menos la Navidad. El pavo debe ser ya como el lince: especie protegida. La fiebre consumista asfixia cualquier expresión pública del sentido espiritual y religioso de la fiesta. El problema no era sólo avanzar a paso de tortuga entre una masa que acudía al centro sin criterio fijo, sino comprobar que cualquier atajo que se tomara para sortear los tramos de mayor afluencia de público obligaba a pisar un mar de orines. Las calles de los alrededores de la Avenida, la Plaza de San Francisco y Tetuán son los urinarios públicos de estas tardes de adviento donde alguno se la sacan (al viento) y miccionan en sitios tan diversos como la calle Federico Sánchez Bedoya (sin rima), donde hay una hilera de contenedores que sirven de mampara y donde la pendiente hacia abajo conduce los riachuelos hacia el arco que comunica con Arfe. ¿Y qué decir de la calle Rosario, donde el pipí se queda entre las rendijas de los adoquines, como ocurre de ordinario en la calle Placentines, próximamente del Cardenal Amigo? No menos apreciados por los usuarios son callejones de Sierpes como el de Azofaifo, tomado por una inmensa mayoría que cree que conduce a Cuna, o ese otro donde está la tabernita del Picadero al que usted acude en Semana Santa. No hay urinarios públicos en estas tardes de Navidad. Bien podría el Ayuntamiento instalar dos o tres casetas en puntos estratégicos para que el personal orine cuando hace una pausa en la contemplación de lucecitas en los paseos sin rumbo. No hay suficientes cafeterías franquiciadas para atender tanta demanda de urinarios. Uno sale a la calle porque hay que salir, porque el criterio es siempre el de Vicente, donde va la gente, porque no se va a señalar quedándose en casa como un amargado de cuota. Hay que salir, caminar, oír letras de carnaval, oler a incienso, hacerse la foto debajo del árbol de inspiración nórdica, que suena a tónica mala para combinar con ginebra, y todas esas cosas que se hacen porque así están establecidas. Del pavo al gofre. Del salir de casa orinados a mearse en la calle.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios