Crónica de un día

Fran Barquilla

fbarquilla@grupojoly.com

Si había que empezar tenía que ser el Día de la Marmota

Esto va a ser la Crónica de un día, y a partir de hoy de cada día (o casi). Un resumen del día vivido que, afortunadamente espero, se parezca poco al anterior

Si algún día había que empezar a escribir en esta casa ese tenía que ser el 2 de febrero, el Día de la Marmota. Y no por el roedor y climatólogo más famoso que le echa la pata a nuestras cabañuelas en lo de adivinar qué tiempo hará en base a criterios de lo menos científicos posibles. 

Tenía que ser el Día de la Marmota por ser el día reiterado hasta la saciedad que Bill Murray vivía una y otra vez en 'Atrapado en el tiempo', esa película que todo el mundo (o casi todo) conoce como 'El Día de la marmota'.

Esto va a ser la Crónica de un día, y a partir de hoy de cada día (o casi). Un resumen del día vivido que, afortunadamente espero, se parezca poco al anterior, porque si no os garantizo que va a ser aburridísimo y no es la intención.

Por ser el primero, en lugar de resumir, prefiero imaginar cómo habría sido este 2 de febrero si nos viésemos obligados a vivirlo una y otra vez en el tiempo en un bucle sin fin.

Para empezar, del lado de los que juntamos las letras por aquí, repetir este día siempre habría sido harto complicado. Ha sido un día de esos que no se olvidan. En los que uno ve fantasmas y trabas por todas partes que ponen piedras en el camino. Quizá, los que aún queden yendo al quiosco a por su edición de papel del 3 de febrero la noten algo distinta.

Si repetimos este día, sería ese día en el que la Ministra de Sanidad, Carolina Darias, anunció que el fin de las mascarillas obligatorias en exteriores está cerca... pero todavía no. Hala, eternamente con mascarillas. Nos quedamos a las puertas del fin de la sexta ola. Mejor no pensarlo.

A Pedro Sánchez le habría tocado visitar la expo de Dubai cada día hasta el final de los tiempos. Quién sabe, igual en una de esas repeticiones, igual que aprovechaba Murray para expandir sus habilidades en la película, podría incluso haber encontrado tiempo para encontrarse y charlar con el emérito.

Otra que se quedaría con la miel en los labios, rozando el éxito pero sin conseguirlo, sería Yolanda Díaz. Por fin hay votos suficientes para sacar adelante la reforma laboral, pero como mañana volvería a ser 2 de febrero, pues eso, que la votación no llegaría nunca.

Quién sabe, igual si lo repiten muchas veces algunos se dan cuenta de que ponerse en contra de lo acordado entre representantes de los que cobramos y los que nos pagan, por muy representante electo que sean ellos, no es plan.

Más cerca. Habría sido el día en el que cientos de camiones llevan toneladas y toneladas de residuos tóxicos de Montenegro a un pedacito de Andalucía en el que hay permisos para contaminar. A sabiendas, con papeles y normas establecidas para ello. Mientras en el agujero que ha dejado esa tierra extraída en los Balcanes se levanta una urbanización de lujo.

Y el paro habría tenido un mal dato para siempre. Subió, menos que otros eneros, pero subió. 

Ni siquiera el Cádiz nos daría una alegría para finalizar el día y caería en Mestalla frente al Valencia en los cuartos de la Copa. O el Betis, no llegaría a jugar su partido frente a la Real Sociedad del día 3 de febrero. Drama gordo.

Mal día para repetirlo eternamente. Afortunadamente, seguro que cuando volvamos a amanecer será un día nuevo, y nos olvidaremos incluso, por lo menos hasta el año que viene, que la marmota dijo que nos quedan otras tantas semanas más de invierno.

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