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NO, todavía no he visto Crematorio, pero descuiden, lo haré. Siempre le he reprochado a Canal + su falta de valentía en la ficción, que no emulara a sus hermanas mayores americanas, la HBO o la más reciente AMC, y apostara por la producción de series de calidad. Puede que por lo general no sean muy rentables en términos económicos (a veces lo son y mucho), pero sí ayudan a crear marca, a fidelizar a tu audiencia, a que los abonados vean que el dinero de sus cuotas se destina a algo más que a financiar disparatadas guerras por los derechos del fútbol. Mientras, en la espera por la serie de Pepe Sancho sobre la corrupción y todavía con ¿Qué fue de Jorge Sanz? pendiente, sigo dando combustible a mi ardiente envidia. No por los todopoderosos yankees, tan capaces de hacer maravillas como de que su serie más vista sea la infame Dos hombres y medio (en el fondo hay que agradecerle a Charlie Sheen su mala vida, que ha conseguido cancelarla), sino por los británicos.

Ya les hemos enumerado por aquí joyas como Wallander (no la que echan en La 2, por dios, sino la de Kenneth Branagh), la Downton Abbey que emitirá pronto Antena 3, Sherlock, 'Misfits o Luther. Tenemos que añadir dos creaciones más recientes, que estamos empezando a visionar, pero que tienen una pinta fenomenal. Hablamos de Outcasts (foto), de la BBC, y de Mad Dogs, de la Sky.

La primera de ellas parece la heredera natural de la añorada Battlestar Galactica, con menos efectos especiales pero con su Gaius Baltar particular: estamos en Carpathia, un planeta colonizado por los humanos tras una hecatombe bélica que hace inhabitable la Tierra. Por si las referencias inevitables a BSG fueran pocas, en el piloto aparece Jamie Bamber, aunque en esta ocasión no interpreta precisamente a Apollo.

La trama de ciencia ficción de Outcasts no tiene nada que ver con el inquietante thriller de Mad Dogs, con un piloto excelente: un grupo de viejos amigos ingleses se reúne de fiesta en Mallorca en la casa palaciega de uno de ellos, que va de ricachón triunfador por la vida pero cuya fortuna no parece, a bote pronto, demasiado lícita.

No, no es Very Bad Things. Y hasta ahí puedo contar

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