EL último sondeo del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) dibuja un escenario político tras el 20-D en el que serán necesarios los pactos para gobernar. El Partido Popular ganaría las elecciones, pero sin suficiente mayoría como para seguir gobernando en solitario. A gran distancia quedaría el PSOE, seguido muy de cerca por Ciudadanos. Podemos mejoraría algo respecto a los últimos sondeos y el resto de partidos quedarían reducidos a mera anécdota a efectos aritméticos. Naturalmente, estos datos han abonado la idea de que Mariano Rajoy está condenado a tener que pactar con Ciudadanos para conservar la Presidencia del Gobierno. Otros pactos, otras combinaciones, son posibles, pero lo que parece claro desde hace tiempo es que se han acabado las épocas de las grandes mayorías y el CIS, que hace la encuesta más completa de todas, lo confirma a menos de tres semanas para las elecciones.

La fragmentación del voto entre los principales partidos políticos servirá para que se recupere el diálogo entre las diferentes fuerzas. Tras el 20 de diciembre, sus líderes deberán practicar el necesario y saludable ejercicio de la negociación, como sucedió durante los años de la Transición, con ese espíritu al que tanto se recurre en ocasiones. De manera incomprensible, la cultura de los pactos, tan arraigada en muchos países de gran tradición democrática, sigue creando recelos a estas alturas en nuestro país entre determinados sectores políticos. Es momento, todo parece indicarlo, de recurrir a ellos aunque sea por obligación, desde el convencimiento de que la suma de opiniones y puntos de vista, con lealtad y responsabilidad, siempre enriquece a una sociedad democrática. Y, sobre todo, porque los ciudadanos no entenderían una falta de diálogo entre partidos que conduciría inevitablemente al bloqueo institucional y la falta de recursos para afrontar los muchos problemas, retos y desafíos que tiene hoy nuestro país.