José Luis De Justo Alpañés

La exposición pública del proyecto de las Atarazanas

Vázquez Consuegra no realizará ninguna restauración de las bóvedas

Cuando ya creía que había escrito todo lo que tenía que decir sobre las Reales Atarazanas, he leído con interés el artículo titulado Las Atarazanas recuperan el diálogo con la ciudad, publicado el 8 de abril en Diario de Sevilla por mi compañero en la ETS de Arquitectura y en el consejo asesor de Adepa, Jorge Benavides.

Con todo el cariño que su autor me merece, tengo que decir que, si bien coincido en muchas de las opiniones vertidas en el artículo -en particular en sus consideraciones sobre cómo deben ser las intervenciones- disiento de otras. Por economía del lenguaje sólo voy a hablar aquí de las divergencias.

La primera disensión está en que la intervención propuesta por mi admirado arquitecto Vázquez Consuegra sea reversible. ¿Cómo puede serlo el cargar la parte superior de las bóvedas con un salón de actos y una cafetería y, como consecuencia, tener que llenar el relleno de hormigón? Para qué se hace toda esta obra, ¿para luego desmontarla?

Se dice en su artículo que "los pilotes que se pondrán para reforzar la cimentación (…) en cualquier caso son indispensables e impostergables porque la estructura está trabajando al límite". Es indudable que habrá que reforzar las bóvedas, debido más que nada al peso que ya se ha añadido en el siglo XIX, pero más bien habría que eliminar estas construcciones efímeras. Que yo sepa, en este proyecto no se hace ninguna restauración de las bóvedas, como sí hizo en su anterior intervención Antonio Barrionuevo.

¿Por qué para disponer de un centro cultural con vocación americanista son tan indispensables el salón de actos (ya hay uno en el edificio del siglo XVIII) y el restaurante superior? No se puede integrar ese centro cultural en una inteligente disposición de volúmenes en la excavación, además de aprovechar lo que ya hay en el edificio del siglo XVIII.

Lo que pretende Adepa es reconstruir, no intervenir. Una de las cosas que ha hecho el relleno es añadir peso sobre la cimentación del edificio y, desde luego, no ha sido el responsable de que el edificio se haya mantenido en pie.

No se trata de arrancar de la Alhambra el Palacio de Carlos V, como no se trata de derribar la Iglesia de la Caridad. Sólo se trata de mantener lo poco que queda de las Atarazanas de una forma digna. Lo que ha hecho recuperar el diálogo con la ciudad no es el proyecto actual, sino las exposiciones públicas a las que ha obligado el Pleno del Ayuntamiento de Sevilla.

No hay ninguna animosidad contra La Caixa ni contra el arquitecto, lo que nos gustaría es que ambos se dieran cuenta de la posibilidad de rectificar.

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