Desde mi córner

Luis Carlos Peris

A falta de fútbol, buenas constantes vitales

NECESITABA el beticismo una alegría como la que recibió con el testarazo de N'Diaye. No todo han de ser malas noticias por mucho que se le haya dado a ese gol casi tanta cancha como a la prohibición de entrada al estadio de cierto socio. Y a centro de Joaquín para un mayor motivo de satisfacción, que hay que ver lo en cuarentena que se ha puesto el retorno del portuense a casa. Dudas más que razonables por culpa, claro, del encartado.

Era necesario, muy necesario, que la numerosísima y fiel infantería verde, blanca (rosa antier) y verde tuviese un motivo gozoso como ese gol en la recta final. Era la consecución de algo más que un triunfo, era ver muy cerca la tierra prometida y en un pleito librado en desventaja numérica durante mucho tiempo, más del debido. Pero es que ese Betis cadavérico hace un par de meses resulta que, a falta de fútbol, tiene las constantes vitales en muy buen estado.

Por todo eso y mucho más, la explosión jubilosa con el testarazo del gigantesco senegalés. Júbilo tras el sufrimiento de comprobar un día más cómo el sufrimiento forma parte importantísima en el ADN del bético. Era un partido casi de tú o yo y todo discurría enmarañado para temerse lo peor cuando Vargas vio la segunda amarilla. A partir de ahí y aculado ante Adán cualquiera hubiese firmado el empate para convertir en logro importante lo que sólo es un mal menor.

Y la onda expansiva de tamaña explosión llegó adonde sólo llegan las cosas del Betis, de este club único que no vive del triunfo sino que se retroalimenta de sus señas de identidad tan exclusivas. Ese gol de N'Diaye al Granada está ya de pleno derecho en el imaginario mejor del bético aunque no tenga el suficiente peso como para anteponer su importancia a la del veto a un socio. Y es que si en torno al Betis no primase lo negativo estaríamos hablando de otra cosa.

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