La Barqueta

Manuel Bohórquez

manolobohorquez@gmail.com

El fango sanchista

¿Es Sánchez un buen estratega o es que tiene cientos de asesores a sueldo para tapar su mediocridad

Un país medio moderno como España no puede ir bien si está sumido siempre en la polémica, cada día del año. Son en la mayoría de los casos peloteras cocinadas en la Moncloa o en las sedes de los distintos partidos interesados en tumbar al Gobierno o en eternizarlo. Que se habla o escribe demasiado de los presuntos tejemanejes económicos de la esposa del presidente Sánchez –“informes de intereses”, lo llama el líder socialista–, se le quita el ronzal a algún ministro macarra para que la líe en las redes sociales y medios en general, y asunto resuelto. La estrategia es tan vetusta como la propia política. No vayamos a presumir ahora de originalidad.

El ministro de Transportes, Óscar Puente, insinuó que el presidente de Argentina era un drogadicto y no lo cesaron de su cargo. Viene Milei a España, lo tratan como un apestado –sí, sobre todo la prensa sanchista–, se defendió llamando “corrupta” a la mujer del presidente y ya eso es una cuestión de Estado, un ataque a la democracia. Begoña Gómez no está acusada judicialmente, pero está siendo investigada por posible tráfico de influencias. Es verdad que desde la UCO han dicho que no ven indicios de delito alguno tras ver toda la documentación aportada por determinados medios, pero eso lo tendrá que decidir la Justicia y no el equipo de investigación de la Guardia Civil.

¿Es Sánchez un buen estratega o es que tiene cientos de asesores a sueldo para tapar su mediocridad y sabe perfectamente cuándo tiene que liarla en los medios? Tuvo buen maestro. ¿Recuerdan cuando Zapatero le dijo a Iñaqui Gabilondo en un plató, sin saber que seguían grabando, que “necesitamos más tensión”? No era una sugerencia, sino una orden, un mandato. Sánchez, que es un desastre electoral, necesita movilizar al rebaño de cara a los comicios europeos y que vean que está en guerra, él solo, contra la ultraderecha. Se agota lo del franquismo y ahora toca ponerse frente al fascismo a pecho descubierto, en plan Capitán Trueno.

Milei puede ser un peligro para la democracia y, desde luego, un líder mundial para la ultraderecha, que crece. Es un zumbado peligroso, pero es también el presidente de uno de los países más importantes del mundo, Argentina, con el que tenemos muchos lazos históricos, además de intereses de diversa índole, sobre todo económicos. Los mismos medios de comunicación que no fueron capaces de pedir la dimisión de Óscar Puente por poner de drogadicto a Milei piden ahora la cabeza del presidente de los argentinos por llamar “corrupta” a Begoña Gómez, sin duda cometiendo un brutal error que le puede pesar. Pero él no empezó esta trifulca.

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